05/01/2024
ADELA DE CÁCERES, SSJ
El próximo 10 de enero se cumplen 150 años desde que un grupo de mujeres salmantinas se reunieron en la iglesia de la Clerecía de Salamanca, en un día frío de invierno, para dar comienzo a una nueva congregación: las Siervas de San José. Todas procedían de la clase trabajadora artesanal y pretendían vivir juntas en comunidad la experiencia de Jesús trabajador en el Taller de Nazaret, en medio de un taller de artesanía. Estas mujeres eran: Bonifacia Rodríguez, María de Castro, Adela Hernández, Rosa Santos, Francisca Corrales, María Santos Albarrán, Teresa Pando y Ascensión Pacheco.
Según la crónica, aquel día todas “se confesaron con su director y fundador P. Francisco Butiñá, de la Compañía de Jesús, y después de darles la Comunión, las mandó al Palacio Episcopal para recibir la bendición del obispo Fray Joaquín Lluch”, quien ya había aprobado la congregación el día 7.
Recordamos esta bendición iluminadora, de proyección de futuro, marcando con claridad el seguimiento de Jesús en las Siervas de San José: “El Señor se vale de instrumentos débiles para sus más grandes empresas… por tanto, esperarlo todo de Dios que bajó del Cielo y vivió pobre y desconocido durante treinta años en la humilde casita de Nazaret y sujeto a la obediencia de dos pobres artesanos, cuyo ejemplar modelo habían de copiar las Siervas de San José”.
A la luz de este Dios que desciende y se encarna como un trabajador, juntamente con María y José, las Siervas de San José han transitado un siglo y medio de servicio a la Iglesia, enseñando, educando y promocionando a los necesitados, en medio de oscuridades, dificultades y también errores. Pero el Señor siempre ha estado ahí sosteniendo, alentando con su misericordia y su fidelidad el camino. Es el Dios proclamado y transmitido por Bonifacia al que hay que seguir “que olvida su condición y rango de Dios y se hizo pequeño como los hombres porque vino a servirlos y no a ser servido por ellos”, marcando humildad y servicio incondicional en las Siervas de San José.
Desde la luz de Nazaret, las Siervas de San José , “siguiendo los pasos de la Sagrada Familia”, traspasan fronteras, llegan a otros lugares, ponen el pie en los cinco continentes, bajo la protección de San José, padre de la congregación, en comunión con la Iglesia universal.
Hoy se hace memoria de ese pequeño gran acontecimiento con gratitud al Señor de la Historia. Él que hizo germinar una pequeña semilla que creció en una cadena ininterrumpida, durante 150 años, de mujeres llamadas a “perpetuar en la Iglesia el Taller de Nazaret” hasta llegar a cada una de las Siervas de San José de hoy, con distintas lenguas y culturas, dispersas en los distintos países del mundo.
Es el momento de celebrar, agradecer e integrar, porque hoy también nos orientan el Trabajo, la Fe y el Amor. Con espíritu festivo, y con fe y esperanza, nos disponemos a continuar “Tejiendo Nazaret” en Salamanca, donde todo comenzó, y en todos los sitios donde exista una comunidad-taller de las Siervas de San José.