Musica
Migueli
MAITE LÓPEZ MARTÍNEZ | De vez en cuando sale a la calle una joya musical. Creo que el último disco de Migueli lo es: El amor lo arregla todo. Aunque siempre hemos asociado su repertorio al mundo juvenil, tanto por el lenguaje cercano y coloquial como por el ritmo desenfadado de las melodías, su aportación a la música cristiana en general es indiscutible.
Este disco supone entrar en otro campo nada fácil, que es el de la música religiosa infantil. Y lo ha hecho con maestría. Lo mejor de todo son las canciones que hablan a los niños y niñas con un lenguaje que no solo entienden fácilmente, sino que es sumamente atractivo. Pero no se trata únicamente del rico vocabulario, sino de la teología, mariología, eclesiología y cristología subyacentes.
Algunos temas son pequeñas obras maestras, como Tierra buena, una hermosa versión de la parábola del sembrador, o Somos un pueblo de muchos colores, que expresa con sencillez la diversidad y universalidad de la Iglesia. Las dedicadas a la Virgen (Hágase y Todo es fiesta por María) son particularmente simpáticas y tiernas, al igual que las navideñas (El día que nació Jesús y Traigo mi regalo).
Genial es también el tema que da título al disco (con un guiño al himno a la caridad de san Pablo), así como No se cansó de hacer el bien, que resume la esencia de lo que fue la vida de Jesús, y Me gusta hablar con Dios, que invita a iniciarse en la oración.
Otro de los atractivos es que la interpretación –espléndida– corre a cargo de un grupo de niños y niñas, lo que lo convierte en un gran aliciente a la hora de utilizarlo precisamente con ellos, oyentes y destinatarios prioritarios.
Un último valor, ya tradicional en los trabajos de Migueli, es la solidaridad, puesto que con la compra del disco (que sale a precio libre), se colabora con la ONG Avivart.
En el nº 2.793 de Vida Nueva.