16/01/2025
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Luis Guitarra y Carmen Sara Floriano son ejemplos vivos de cómo el arte puede transformar vidas. Unidos por su pasión por “crear espacios de paz y belleza” en cada lugar donde actúan, estos artistas invitan, a través de su música y relatos, a recordar a todos que la vida está llena de oportunidades para reinventarse y perseguir “el sueño que Dios tiene para cada uno de nosotros”.
Este fin de semana, abrirán el programa cultural del Jubileo 2025 en Salamanca, con dos actuaciones bajo el título “Canciones y relatos para orar por la esperanza”. La primera será el viernes, 17 de enero, a las 17:30 horas en el Centro Penitenciario de Topas, y la segunda, el sábado 18, a las 19:00 horas en la iglesia de la Sagrada Familia del Barrio del Zurguén.
Desde hace más de una década estos dos artistas colaboran y comparten escenario combinando sus talentos para crear una experiencia en la que conectan profundamente con el público. Para ellos, combinar la palabra y la música es “una fórmula habitual que llega muy bien para pedir la esperanza, para pedir la paz, para reencontrarnos con personas privadas de libertad”, como explica el cantautor Luis Guitarra.
Carmen Sara intercala sus pequeñas historias con las canciones que Luis interpreta, “ambas llevan un hilo común”, y a través de ellas intentan “despertar las emociones de cualquier persona, los sentimientos” y transmitir la idea de que “aunque tengamos una situación difícil, aunque estemos pasando unos momentos duros, siempre hay esperanza, siempre hay posibilidad de empezar de nuevo, siempre hay posibilidad de reiniciar la vida”. Esto se vive de manera muy especial en el ámbito de la prisión o de aquellas que están sufriendo una difícil situación, “resuena muy dentro y resuena de una forma muy intensa esa esperanza que intentamos transmitir”, comenta Luis. Por su parte, Carmen Sara destaca que “el arte es un ámbito muy favorable para conectar, para interiorizar, para transmitir valores”.
Este verano, su música y relatos han resonado en el corazón de los internos de centros penitenciarios de Bolivia y Colombia, y ahora llegan al Centro Penitenciario de Topas. Para ellos, actuar en una cárcel tiene un significado muy especial, y es un entorno donde habitualmente actúan. “Toda expresión artística pasa el filtro de las ideas y se cuela hacia lo emocional, hacia lo sensitivo, hacia lo creativo. Y eso no entiende de religiones, no entiende de culturas”, comenta Luis. Según él, durante sus actuaciones “las personas vibran igualmente al escuchar un cuento o una canción, o al cantar un estribillo juntos”. Así, la música y las historias dejan de lado las diferencias de religión, cultura y clase social, “y todos nos hacemos uno”.
Para Carmen Sara la experiencia en ese contexto le ha revelado cómo la narración puede abrir puertas hacia la esperanza: “Cuando uno se permite escuchar una historia desde dentro, como que salen a flote la inocencia, los sueños y las ilusiones que tenemos cuando somos pequeños”. Según ella, estas personas “necesitan rescatarse a sí mismas viéndose en esa inocencia”. Lo que más la emociona es el momento en el que “brillan sus ojos” al escuchar sus canciones e historias, un instante que muestra el poder del arte para tocar el corazón.
Los cuentos de Carmen, tanto propios como de la tradición oral, son cuidadosamente seleccionados: “Voy eligiendo historias que creo que pueden ir en sintonía con las canciones que se van cantando”, explican esta narradora. Por su parte, las canciones que Luis interpreta están inspiradas en lo cotidiano, en lo que observa y siente dentro de sí mismo o a su alrededor. Como él mismo explica: “Es la vida diaria, cualquier cosa me puede inspirar y a veces, de la forma más inesperada. Muchas canciones han nacido caminando por la calle, dando un paseo; veo algo y me pongo a tararear alguna frase que luego al final acaba convertida en una canción”.
Su propuesta artística no sólo conecta con las emociones, también invita a tocar el terreno espiritual. Como señala Carmen Sara, “todas las personas tenemos esa necesidad de trascender, esa necesidad de ir más allá, de encontrarnos con algo que nos planifica”. Para ella, esta necesidad puede ser interpretada de muchas maneras: “Desde la fe, nosotros podemos llamarle el Espíritu, el Dios Padre, pero cualquier persona, aunque no sea creyente, tiene esa necesidad de trascender”. A través de la música y sus relatos, Carmen Sara cree ofrecen una oportunidad para “mirarnos por dentro”. Es un proceso de autodescubrimiento donde cada persona puede encontrarse con su esencia, ese ser “maravilloso que es, lleno de miedos también y de oscuridades, pero que nos ayuda a ser más nosotros mismos”.
Esta narradora percibe su tarea artística como una forma de crear belleza: “Me resuena mucho la frase del Evangelio que habla de Jesús de Nazaret, un hombre que pasó haciendo el bien. Luis y yo nos vemos como dos personas que crean belleza, espacios de belleza, y luego se van”. Para ella, “en esa belleza está la esperanza”.
En ese sentido, Carmen Sara destaca que esa es su misión: “Cuando estamos en esta tierra, debemos dejarla más bonita de lo que la encontramos, hacer que las personas estén más en paz y más felices. En lo pequeño es donde realmente encontramos la esperanza“. También recuerdan a las personas “que todo el mundo es portador de sueños, que Dios tiene un sueño para cada uno de nosotros, que la misión de las personas es encontrar ese sueño. Y el Evangelio es esa buena noticia que puede ser cantada, que puede ser contada, y que tiene que ser al final vivida”. En las prisiones, concluye, “eso se vive de una forma mucho más intensa”.