27/03/2019
Emilio, ¿somos conscientes de la dimensión evangelizadora y misionera que posee la liturgia?
Sí, de hecho la liturgia es la forma plena de evangelización, porque en ella es el mismo Cristo quien se dirige a nosotros por la palabra y los signos sagrados, a través de los ministros de la Iglesia que intervienen con la fidelidad, corrección y decoro necesarios. Quizá nos falta profundizar en la liturgia tal cual es, en ese pozo inagotable que nos une a Cristo en sus misterios salvadores –que es lo que pretende la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II– y descartar aquello que nos aparta del acceso a Cristo. En el pasado fue el uso de un lenguaje desconocido, de unas formas anticuadas, recargadas o demasiado preocupadas por impresionar estéticamente; hoy, paradójicamente, ese acceso a Cristo sigue vedado a los fieles por culpa de determinados vicios, abusos y experimentos, que en el fondo caen en las mismas cosas que la reforma quiso superar, y que desconciertan, dividen y se han demostrado infructuosos.
Para salir del atasco necesitamos, sobre todo los sacerdotes, mucha formación en teología litúrgica y fiarnos de lo que la Iglesia nos ha encargado hacer por medio de los libros litúrgicos, porque en ellos podemos encontrar lo que en el fondo todos buscamos y deseamos. Estoy seguro.
¿Qué actividades formativas estáis impulsando este curso y cómo han sido acogidas?
Hay un grupo de unas 30 personas que se forman constantemente una vez al mes desde hace mucho tiempo, y en el que cada año entra gente nueva. Entre otros temas más circunstanciales, estamos leyendo y comentando las normas que hay al comienzo del misal, que apenas son conocidas, por lo que resulta muy instructivo para todos.
Pero la mayor novedad es la apuesta por la música y el canto litúrgico. Es algo que afecta muy positivamente a toda celebración, porque además de librarnos del verbalismo y la monotonía, la música nos introduce en el verdadero espíritu de la liturgia, como diálogo de amor entre Dios y los hombres: anuncio-respuesta-oración-acción. La música y el canto elevan considerablemente el tono espiritual de la celebración, y hacen que pueda cumplir eficazmente su doble finalidad de glorificación de Dios y santificación de los hombres.
Con la colaboración de profesores de música con alto nivel de preparación, estamos ayudando a los coros que respondieron a nuestra convocatoria, para que puedan mejorar técnicamente su forma de cantar, aprender cuestiones de liturgia que les afectan y, por supuesto, piezas musicales nuevas bien seleccionadas. También damos formación a los salmistas para que el salmo sea una verdadera alabanza a Dios, a los seminaristas del Teologado de Ávila, que están realmente entusiasmados con esta iniciativa, y a algunos sacerdotes, porque ellos son los principales ministros del canto e impulsores de la vida de las comunidades, y si ellos cantan y valoran positivamente la música, harán posible la renovación litúrgica aun pendiente.
Para la formación, promoción y renovación del canto y la música en nuestras celebraciones te has rodeado de un buen equipo de profesionales. ¿Cómo acogieron tu propuesta y qué aporta cada uno de ellos?
Hay que decir que respondieron en seguida positivamente a la invitación que les hicimos para constituir un grupo de Asamblea y luego un equipo que debía poner en práctica sus orientaciones. Están muy entregados a este servicio, y es muy de agradecer, dada la carencia, en muchos coros, de personas formadas a nivel profesional. Están aportando muchas horas de su tiempo libre para preparar clases de canto, aprovechando sobre todo su competencia en la docencia de la música y su experiencia como organistas y como directores de coros.