17/04/2020
Hola soy Juan Manuel,
cocinero en la Casa de la Iglesia, y soy muy feliz porque tengo unos compañeros que lo dan todo y siempre están ahí en todo momento. Recuerdo en un evento de 200 personas a Maruchi y a Blanqui haciendo ensaladilla; tenían mayonesa hasta los hombros y decían “¡no puedo más!”,
mientras Bego y yo hacíamos 200 trozos de tostón sin que funcionara el horno, y ¡lo sacamos todos adelante!. Mientras, los camareros al límite por tanta gente que había, pero eso sí, siempre las mesas superordenadas y superelegantes, y todos con una sonrisa en la cara.
En estos momentos lo estamos pasando un poco mal, pero seguimos dándolo todo por nuestros residentes, para que no les falte el gusto por la comida. Hablamos entre nosotros de la situación que estamos viviendo e intentamos sobrevivir y sacar una sonrisa en todo esto.
Y hablando de mí, el año pasado fue el más feliz de mi vida porque me dieron al niño que siempre quise. Es feliz, alegre y luchador. Por él, día a día, mis compañer@s y la Casa hicieron lo posible para que no faltara a ninguna visita de adaptación, y por eso me siento como una familia. Tengo unos compañer@s extraordinarios y espero que por muchos años. Ánimo, chicos. Gracias por estar ahí siempre y por ser tan luchadores.
Un saludo.
ACTUALIDAD DIOCESANA