La Casa de la Iglesia, también llamada popularmente “Calatrava”, es un recurso de la Iglesia diocesana de Salamanca al servicio de todas sus dimensiones eclesiales, teológicas y pastorales, y al servicio de toda la sociedad.
Pero sobre todo y ante todo, queremos que sea Casa, tu casa.
Una casa en la que Jesús es la piedra angular sobre la que se sostiene todo el edificio.
Una casa en la que sacerdotes, religios@s y laicos tenemos un lugar para descansar, reunirnos, rezar, celebrar, compartir una comida, una conversación, vivir…
Una casa que va configurando sus servicios con el trabajo, las manos, y la dedicación de muchos. Una casa abierta en la que queremos que entre el aire fresco de la Esperanza por las ventanas y las puertas. Una casa cuyas paredes queremos pintar de alegría y risa; alfombrar con sencillez y espíritu de servicio; adornar con trabajo en equipo e ilusión.
Una casa, ¡tu casa! en la queremos decirte: ¡Bienvenido!
Raúl Izquierdo García (Director)
El edificio que ahora conocemos como Casa de la Iglesia tiene una larga historia.
La orden de Calatrava fue fundada en la ciudad-fortaleza de Calatrava (Ciudad Real) en el siglo XII. Su abad, San Raimundo de Fitero junto con otros religiosos y caballeros, lograron frenar varios ataques musulmanes en una época en la que cristianos y musulmanes se disputan la hegemonía en los distintos territorios. A partir de ahí, la orden de Calatrava se expande por diferentes lugares de España. Es pues, la primera orden religioso-militar creada en España.
El edificio se pensó inicialmente como un colegio para los caballeros de Calatrava. El 3 de Junio de 1552 el Capítulo General de la Orden determinó fundar un colegio adscrito a la Universidad de Salamanca, con la aprobación del emperador Carlos V.
Sin embargo, la construcción del edificio tal como lo conocemos hoy comenzó en el año 1.716, siendo el proyecto inicial de Joaquín de Churriguera, que dirigió la obra hasta su muerte en 1.724. Después de muchos avatares, continuó la obra Pedro de Gamboa.
En el año 1.734, el Colegio de Calatrava estaba sin terminar y se hallaba muy decaído, porque las obras habían cesado. El 29 de Septiembre de 1.736 el colegio empezó a funcionar, aunque sin estar terminado. En 1.750 se paralizaron las obras. El Consejo de las Órdenes decidió la reanudación de los trabajos en 1.780
Es entonces cuando se encarga la traza de los retablos de la capilla a D. Pedro Arnal. La idea era hacer los retablos en piedra y no en madera, pera su mayor duración, y evitar así los incendios. Los asuntos representados en el retablo serían la Concepción en el mayor, y los Santos San Raimundo y San Benito en los laterales, prefiriendo la pintura a la escultura en este caso, pues la piedra de Salamanca no era buena para la talla. Las pinturas se encargan a D. Francisco Goya, que en una carta de 10 de Octubre de 1.784, da cuenta a la Real Academia de cómo va el cometido encomendado.
El 11 de Octubre, un día después de la citada carta de Goya, D. Gaspar Melchor de Jovellanos, entonces Alcalde de Casa y Corte, llega a decir en otra carta que “el artista ha desempeñado por su parte cumplidamente el encargo que se le hizo, no sólo por el cuidado y diligencia con que trabajó estos cuadros, sino también por una de aquellas casualidades de que no se puede señalar una causa suficiente, parece que se excedió a sí mismo, pues seguramente estas pinturas y en especial las de la Concepción y San Bernardo son las mejores que han salido de su mano”.
El día de Santiago de 1.790, se inauguraba la capilla en la cual lucía en el altar mayor la Inmaculada de Goya. Jovellanos da cuenta de esta acontecimiento en otra carta de 27 de Julio de 1.790. Era por aquel entonces rector del Colegio de Calatrava D. Francisco Ibáñez. El obispo y el propio Jovellanos asistieron a esta inauguración solemne.
Las pinturas de Goya desaparecieron durante la Guerra de la Independencia contra los franceses. Seguimos sin saber su paradero y no tenemos ningún indicio de él. Durante esta última reforma, se esperaba que pudiera haber aparecido enrollada entre algunas piedras del edificio, escondida para evitar que las tropas francesas se la llevaran, pero nada. Hoy en día, solo se conserva en el museo del Prado el boceto de ese cuadro de la Inmaculada.
Fue el P. Cámara quien rescató definitivamente este edificio para la Diócesis de Salamanca, y adquirió parte del patio actual, llamado Monte Olivete, cuya propiedad obtuvo por permuta de otros terrenos propios del Obispado, que cedió al Ayuntamiento para vías públicas; en concreto, los terrenos de las iglesias derruidas de Santa Eulalia y de San Justo, ubicadas en las respectivas plazuelas.
El 18 de Octubre de 1.891, el P. Cámara abrió en este espléndido edificio el Colegio de Estudios Eclesiásticos Superiores. Al morir el P. Cámara en 1.904, su institución empezó a perder terreno.
Años después, los PP. Agustinos establecen en Calatrava un colegio para seglares.. Pero los PP. Agustinos tuvieron que abandonar el colegio por orden de Plá y Deniel, entonces Obispo de Salamanca, y un largo centenar de seminaristas llenaron los claustros y pasillos de Calatrava. Era el Seminario Menor. Con el tiempo, Calatrava también albergaría el Seminario Mayor. Su nombre sería Seminario San Carlos.
El 11 de Febrero de 1.960, se declaró en el edificio un voraz incendio que sólo dejó en pie las paredes maestras. Aunque no hubo que lamentar pérdidas humanas, el edificio quedó en mal estado. El obispo entonces, Fray Barbado Viejo, dominico, encabezó un movimiento de reconstrucción del edificio de forma inmediata. El arquitecto dominico P. Coello, se encargó de la remodelación. Muchas instituciones, parroquias y personas, sufragaron las obras.
Con el paso del tiempo, el edificio continuó su deterioro, no solo por el paso del tiempo, sino también por la escasez de vocaciones sacerdotales, que hizo que se infrautilizara el edificio en muchos de sus rincones. Es entonces cuando empezaron a surgir demandas para la compra del mismo. El obispo entonces, D. Mauro, siguió apostando por la pertenencia del edificio a la Diócesis salmantina.
De acuerdo con la Conferencia Episcopal Española, se estableció allí el “Convictorio de San Juan de Ávila”, donde medio centenar de sacerdotes de toda España, asistía a las clases de la Universidad Pontificia durante el curso.
Es entonces cuando se inició tímidamente la Casa de la Iglesia: se rescataron los sótanos y se distribuyeron lugares para los distintos Movimientos apostólicos. Don Mauro, obispo entonces, bendijo esta realidad el 16 de enero de 1.993.
Pero fue el siguiente obispo, Don Braulio ¿Rodríguez?, el que en 1.995 comenzó a valorar la necesidad de restaurar en su totalidad el edificio, como primer valor inmueble de la Diócesis y concentrar en él todas sus necesidades: seminarios, curia, residencia y otros servicios y espacios comunes… Todos esos servicios podían coincidir en un mismo edificio, Calatrava. En ese equipo inicial estaba también el Vicario General, Joaquín de Tapia, el Delegado de obras, Jesús Terradillos y el Ecónomo diocesano, Luis Rincón. Pero había que encontrar alguien que se encargara del funcionamiento y dirección del mismo y se encargó esta tarea a Raúl Izquierdo.
El Obispado encarga estos trabajos al arquitecto D. Bonifacio Reyes. La empresa constructora elegida será Ferrovial. El edificio se cierra en el verano del año 2.000, comenzando los trabajos el 1 de Abril del 2.001y terminando oficialmente el 12 de Diciembre del 2.003, estando al frente de la diócesis el obispo D. Carlos López. Entre otros trabajos, los más destacados de las obras fueron:
– Reordenación de las cubiertas
– Demolición del cuerpo construido en 1.960 con la sustitución de otro de mayor ocupación con la ampliación de un tercer patio.
– Restauración completa del edificio histórico
– Se proyectan una serie de espacios comunes: biblioteca, capilla, aulas multiusos, auditorio, aparcamiento, ajardinamiento del exterior…
El 12, 13 y 14 de diciembre del año 2.003 se organizaron diferentes actos, jornada de puertas abiertas, festival diocesano. Y el 21 de Diciembre del 2.003 dormían por primera vez un grupito de 19 residentes, los primeros de muchos más que vendrían después.
Comenzaba así la nueva etapa en la vida de este singular edificio histórico: ¡La Casa de la Iglesia!
Aulas
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Nombre | Medida (m2) | Capacidad (personas) |
Teresa de Jesús | 66,72 | 50 |
Juan de Sahagún | 66,72 | 50 |
Pablo VI | 63,64 | 50 |
Maximiliano Kolbe | 33,95 | 25 |
Oscar Romero | 16,92 | 10 |
Ignacio de Loyola | 16,92 | 10 |
Clara de Asís | 34,59 | 25 |
Tomás de Aquino | 37,92 | 25 |
Virgen de la Vega | 80,64 | 85 |
Mauro Rubio (AUDITORIO) | 58,58 | 50 |
Teresa de Calcuta (AUDITORIO) | 62,6 | 50 |
Pablo de Tarso (AUDITORIO) | 58,58 | 50 |
Jovellanos | 63,3 | 50 |
Juan Pablo II (Consejo Episcopal) | 22,5 | 15 |
Tomás Moro | 45 | 30 |
ACCESOS Y RECINTO
ILUMINACIÓN
24 canales de dimmer
SONIDO
VIDEO
ESCENARIO
CAMERINOS y AULAS
La Biblioteca Diocesana de Salamanca trata de perfeccionar al hombre, ennobleciéndole, enseñándole a vivir y amar, haciéndole ecuánime y ponderado, comunicándole calor de inteligencia. Por eso es un servicio al hombre y a la sociedad en un entorno que facilita el estudio, la reflexión y la creatividad.
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PRESENTACIÓN
Bienvenidos a esta Residencia, donde os ofrecemos un espacio para el descanso de vuestros trabajos y posibilidades y para que mantengáis todas vuestras capacidades en activo mientras el Señor nos lo permita.
En una amistad y ayuda compartida por todos los que tenemos la suerte de vivir en esta Casa Diocesana.
Justo Crespo Macías (Director de la Residencia)
SERVICIOS DE LA RESIDENCIA
La finalidad de la Residencia Diocesana es ofrecer a los sacerdotes diocesanos de Salamanca, preferentemente a los canónicamente jubilados y a aquellos en activo que transitoriamente lo precisen por enfermedad u otras circunstancias, un hogar donde puedan encontrar las condiciones materiales y recibir los cuidados humanos y espirituales que precisan para vivir en la forma que corresponde a su estado canónico y situación. (Art 1º.1 del reglamento de la Residencia)