ACTUALIDAD DIOCESANA

03/11/2024

La Palabra: Roca firme para nuestra vida

Mercedes Marcos nos acerca el evangelio de este domingo, XXXI del Tiempo Ordinario, centrado en el pasaje del encuentro entre un escriba y Jesús. Al preguntarle sobre el primer mandamiento, Jesús enseña que debemos amar a Dios con todo nuestro ser y al prójimo como a nosotros mismos. Este mensaje recuerda que la verdadera fe se vive a través del amor y la atención a los demás

 

La Palabra que hoy se proclamará es del capítulo 12 del Evangelio de San Marcos.

¿Por dónde empezar? ¿Cuál ha de ser la roca firme en la que asentar nuestra vida? Aquel escriba se acercó a Jesús, resuelto a descubrirlo. Jesús le habla de escucha y de amor; utiliza las primeras palabras del Shema, oración que todo israelita memorizaba desde la cuna y repetía varias veces al día a lo largo de su vida, ya que era su viga maestra, el alma de su cultura y la última razón de ser de Israel. Jesús le responde: “Escucha, Israel, el Señor Dios es nuestro único Señor”.

Israel somos tú y yo, y todo el que tenga oídos, en medio de este mundo de ruidos y distracciones para la Palabra de Dios. Escuchar, lo primero. Escuchar para enterarnos de que el objetivo es amar a Dios y amarle con todo el corazón, toda el alma, toda la mente y todas las fuerzas. Sí, así de exigente, Dios no quiere medias tintas: ¡con todo el corazón, toda el alma, toda la mente y todas las fuerzas!

Lo primero va antes. Por ello, según la respuesta de Jesús, nuestro ser ha de estar volcado, dedicado, preocupado y rendido ante Dios. Este primer mandamiento es una invitación firme a tener nuestra mirada fija en Él y nuestros oídos atentos a su escucha. Se trata, me parece, de estar pendientes de sus deseos, mirándole, preguntándole, alabándole, bendiciéndole y dispuestos a hacer por Él eso que nos pide en la realidad concreta que nos toca vivir…

Porque el escriba había preguntado por el primer mandamiento, pero Jesús, no conforme con ese primero que sobrepasa cualquiera de nuestras actitudes, desmedidas para nuestro pequeño corazón, le añade acto seguido el segundo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y, además, los aúna al asegurar: “No hay otro mandamiento mayor que éstos”. Me parece que con ello Jesús quiere recordarnos que el mandamiento principal es sentirnos hijos suyos a la vez que nos sintamos y actuemos como hermanos: una mano al cielo y otra al suelo.

Tras las palabras que san Marcos pone en el escriba, dando a entender que ha comprendido el mensaje, Jesús le responde: “No estás lejos del Reino”. Este escriba era un buscador que, buscando, halló la respuesta en la escucha.

Os animo y me animo a la escucha de la Palabra de Dios, la mejor roca sobre la que construir nuestra vida. ¡Escucha, Mercedes…, escucha, Juan…! Deja de hacerte el distraído: eres hijo amado de Dios; Él está ahí, delante de ti, mendigando tu amor. Mírale y déjate mirar, y verás cómo el amor a tu hermano no se te hace tan cuesta arriba. Su amor todo lo suaviza.

Buen domingo.

Mercedes Marcos Robles
Talleres de Oración y Vida

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