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Desde pequeña, Gracy Ravi, vivió su fe cristiana junto a su familia en un núcleo de población donde esta religión es muy minoritaria, pero que la llevó a su actual vocación como misionera Idente

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL

En La India, tan solo el 2,3% de la población es cristiana, pero el respeto entre religiones es lo que vivió desde pequeña Gracy Ravi, misionera Idente que comparte su testimonio en Salamanca con motivo de la celebración del Domund. De hecho, en su localidad natal, su templo y el hinduista estaban uno enfrente del otro. “Hacemos reuniones conjuntas para conocer las celebraciones de ambos y respetar determinados momentos, como es la Semana Santa”, subraya esta joven.

Su familia fue clave desde la infancia en su vocación misionera: “Mi madre se convirtió de pequeña, porque era hinduista, y me inculcaron la fe cristiana”, relata. Todos los días iban a misa y oraban en casa, e incluso invitaban a sus amigas hinduistas. Y cuando tenía 14 años sintió una revelación a través de una canción que hablaba de cómo Dios escuchaba el llanto de su pueblo y decía: “¡Aquí estoy!”, “¿Quién me ayudará?”, y se sintió interpelada por él en esa llamada.

A los 17 años entró a formar parte del Instituto Id de Cristo Redentor, misioneras y misioneros identes, y comenzó a trabajar con niños en la zona de Cochín, en el sur de La India. “También nos trasladábamos en tren a diferentes estados, donde transmitíamos el evangelio con la ayuda de otros misioneros que conocían la lengua de cada zona”, apunta Gracy.  Su labor también estuvo presente en un colegio con niños, donde el 20% eran cristianos, pero la mitad eran musulmanes e hinduistas, “y lo que hacemos es transmitir los valores cristianos a través de los estudios, el deporte, etc.”.

Parte de su tarea también era visitar a las familias de los niños, “y durante la pandemia nos preocupamos por si tenían internet y se podía conectar en la clase, o también conocer todas sus necesidades”, recuerda esta misionera.

Vivir la fraternidad

Gracy Ravi menciona al papa Francisco a la hora de vivir la fraternidad en su pueblo, “allí lo vemos mucho, y como misioneras, a la gente le transmitimos el amor sin ningún tipo de barreras”.

En la actualidad, esta misionera vive en Salamanca junto a su comunidad, y aquí se siente agradecida, “porque fueron los españoles los que nos trajeron esa fe, y también como agradecimiento, aquí estoy”. Su labor pastoral la desempeñan en la parroquia de San Pablo, con las catequesis de los más pequeños.