06/10/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
“Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros…, pues estuve en la cárcel y me visitasteis”. Mt 25, 34.36
En la mañana de este domingo 6 de octubre, ha fallecido Marcos García Diego, diácono permanente, esposo y padre de familia, a los 62 años de edad. Marcos García era el responsable diocesano de la Asistencia religiosa en el Centro Penitenciario de Topas y miembro activo de la Delegación diocesana de Pastoral Penitenciaria. Adscrito a la parroquia de Santa María de Nazaret, en el barrio de Buenos Aires de Salamanca, su labor pastoral también se extendía a Aldehuela de la Bóveda y otras comunidades parroquiales.
Casado con Maribel, padre de dos hijos y con un nieto, Marcos perteneció junto a su familia a las comunidades ADSIS de Salamanca. Durante 25 años ha estado vinculado al Centro Penitenciario de Topas, donde inició su labor como voluntario de Adsis. En 2006, fue nombrado responsable de la Asistencia religiosa en dicho centro por el entonces obispo de Salamanca, Mons. Carlos López. Fue a partir de ese momento cuando Marcos comenzó a discernir su vocación al ministerio del diaconado permanente, una vocación que asumió con el apoyo de su esposa.
Tras completar su formación teológica en la Facultad de Teología de San Esteban y bajo la guía del sacerdote Joaquín Tapia, Marcos García fue admitido a las Sagradas Órdenes, el 3 de febrero de 2018, durante una eucaristía en su parroquia, Sagrada Familia, en el barrio del Zurguén donde colaboraba en diferentes ámbitos de la pastoral. Después, hasta su ordenación diaconal, fue acompañado en su formación teológica, espiritual y pastoral por los sacerdotes Domingo Martín Vicente, José Vicente Gómez y el carmelita Ramón Martín.
El 1 de mayo de 2019 fue ordenado diácono permanente por Mons. Carlos López en una ceremonia celebrada en la parroquia de Santa María de Nazaret. Para Marcos, su ministerio representaba una respuesta a la llamada de Dios para conformar su vida “a la del Señor y continuar su tarea de amar y servir a todos los hombres, de anunciar la buena noticia sobre todo donde hay más sufrimiento, más exclusión, a todos los empobrecidos”. Su deseo era testimoniar que “el amor, el evangelio, son el camino para la vida en plenitud, para la felicidad. Todo esto vivido desde la comunidad del Señor, desde la Iglesia”, como reconoció en la revista diocesana Comunidad.
La Diócesis de Salamanca invita a unirse en oración por su eterno descanso. Que el Señor lo reciba en su gloria y que la esperanza de la resurrección sea el consuelo para su familia y seres queridos.
Descanse en paz.