04/10/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El pasado domingo, 29 de septiembre, cientos de fieles se congregaron en la Catedral Vieja para participar en el envío de agentes de pastoral, una oración que marcó la clausura de la XVI Semana de Pastoral. En la celebración se invitó a todos los presentes a renovar el espíritu misionero “llevando a nuestros hermanos y hermanas de Salamanca la alegría de la Buena Nueva”. Una alegría que “solo es posible si nos dejamos agarrar por la mano tendida del Resucitado, si nos dejamos transformar por Él”, se señaló al comienzo de la celebración, en alusión al lema de la Semana de Pastoral que ha marcado el inicio de curso pastoral: “Se alegraron al ver al Señor”.
Al entrar en la Catedral, los fieles encontraron una tienda de campaña colocada frente al altar, símbolo de la presencia de Dios con su pueblo, como relata el libro del Éxodo. Esa imagen estaba vinculada con las dos lecturas que se proclamaron: Isaías 54,2 y 1 Crónicas 17,5, que invitaban a ampliar nuestras fronteras y a recordar la importancia de ser fieles a las promesas de Dios y de confiar en su guía.
La oración, preparada por Cáritas diocesana y presidida por el obispo diocesano, Mons. José Luis Retana, coincidió con la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que la Iglesia celebraba ese día, bajo el lema “Dios camina con su pueblo”. En este contexto, se recordó que “el encuentro con el migrante es también un encuentro con Cristo”, y que los fieles están llamados a acompañar a los migrantes en su camino hacia la libertad, trabajando por crear “condiciones de vida dignas para todos”.
Durante la oración, se hizo un repaso por las diversas áreas de trabajo de la diócesis, desde las celebraciones parroquiales, arciprestales y diocesanas, la labor evangelizadora de catequistas, sacerdotes, laicos, religiosos, y todos los movimientos y asociaciones diocesanas, hasta aquellos ámbitos de la sociedad donde “estamos llamados a llevar la esperanza”.
El obispo recordó que “el Señor camina con nosotros y marca el ritmo de nuestro caminar”, y alentó a los fieles a asumir su papel en la evangelización. Mons. José Luis Retana destacó que “la Iglesia vive en la permanente obediencia al mandato del Señor,’id y anunciad el Evangelio’”, que se renueva en cada celebración de la eucaristía.
“Nuestra misión es poner nuestros carismas al servicio de esta hermosa tarea”, apuntó, al tiempo que pidió a todos los agentes de pastoral que cuiden de modo especial “el encuentro vivo, personal y orante con la Palabra de Dios y la celebración de la eucaristía”, especialmente “el Día del Señor”.
“La gente necesita testigos del Señor”, insistió don José Luis, quien considera “sumamente importante” que los creyentes den testimonio de su encuentro con el Resucitado, siendo portadores de esperanza y caridad.
En su reflexión sobre la situación actual, el prelado mencionó dos desafíos para la evangelización en Salamanca: la influencia de la “cultura ambiental” y la “secularización interna”, que debilitan el testimonio misionero. Sin embargo, recordó que la misión de la Iglesia está sostenida por el Espíritu Santo, el verdadero “protagonista de la evangelización”, y señaló que “la sinodalidad y el discernimiento deben ser los ejes espirituales y metodológicos” que marquen cada una “nuestras acciones”.
Además, el obispo anunció otros temas importantes que marcarán el nuevo curso pastoral: el Jubileo de la Esperanza 2025 y el Congreso sobre Vocaciones, que se celebrará en febrero bajo el lema: “Iglesia, asamblea de llamados para la misión”. Dos eventos que serán momentos claves de encuentro con el Señor y que ayudarán a recordar que Él “no deja de llamar a su pueblo”.
Finalmente, el obispo agradeció la dedicación y el compromiso de todos los agentes de pastoral al servicio de la misión evangelizadora y de la comunidad. “La Iglesia diocesana os necesita para hacer llegar a otros el mensaje de amor de Dios, los valores del Evangelio y ser fermento en medio del mundo”, destacó.
La celebración se enriqueció con la música del coro diocesano y concluyó con una oración y el envío a la misión por parte del obispo. Un momento, en el que se recordó que llevar la alegría del encuentro con el Señor no es una tarea individual, sino que se realiza en nombre de la Iglesia, que es quien envía. Y, seguidamente, se llevó a cabo un gesto simbólico: los fieles se acercaron al altar de dos en dos, donde recibieron una vela encendida del cirio pascual, símbolo de la luz de Cristo que no solo debe iluminar sus vidas, sino también motivarlos a compartir esa luz con otros hermanos en Salamanca y en el mundo.
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