02/08/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
En el corazón de África occidental, los cristianos de Nigeria viven su fe bajo una amenaza constante, siendo blanco de ataques terroristas y de persecución religiosa. Con más de 218 millones de habitantes, casi la mitad de ellos cristianos, el país vive un genocidio silencioso contra estas comunidades. A pesar de su riqueza en petróleo y una economía diversificada, más de la mitad de la población está sumida en la extrema pobreza y sufre desde hace años la violencia de grupos terroristas extremos como Boko Haram o los pastores yihadistas ‘fulani’, que masacran a los cristianos.
La violencia contra la Iglesia en Nigeria ha aumentado en los últimos años, pero también el compromiso de sacerdotes y religiosas. Su misión es encarnar el rostro de Cristo, brindando acogida, consuelo, acompañamiento y ayuda a quienes lo necesitan.
El informe de la Sociedad Internacional para las Libertades Civiles y el Estado de Derecho (Intersociety), revela que en 2023, 1.450 cristianos fueron asesinados por grupos islamistas, 8.400 secuestrados (de los cuáles 70 eran sacerdotes y 25 fueron asesinados) y 500 iglesias fueron atacadas e incendiadas. Nigeria es descrita como el segundo país con el genocidio más cruento después de Siria, con más de 150.000 muertes de civiles por motivos religiosos desde 2009 y más de 15 millones de cristianos desplazados. Este escenario convierte al país en uno de los más peligrosos del mundo para vivir la fe cristiana, según el informe de Libertad Religiosa en el Mundo 2023. Sin embargo, “la fe es más viva” allí, ” una fe valiente y llena de esperanza”, afirma el sacerdote nigeriano Patrick Anthony Akpabio.
Pese a estas dificultades, la Iglesia de Nigeria sigue siendo un ejemplo de fe y resiliencia. En el norte, donde la población es mayoritariamente musulmana, los cristianos sufren gran persecución. En el sur, aunque los cristianos son mayoría, la violencia y las tensiones también están en aumento.
“Los cristianos en Nigeria son el punto de referencia de la fe cristiana en el mundo“, sostiene el P. Patrick, de la diócesis de Ikot Ekpene, al sur de Nigeria. Lleva tres años en España ampliando sus estudios teológicos y trabajando en su tesis doctoral sobre Teología Moral, pero su corazón y su misión permanecen con su pueblo. Él es un testigo directo del drama que está sufriendo su pueblo. El pasado mes de abril, compartió su testimonio en Salamanca durante una eucaristía por los cristianos perseguidos, celebrada en la parroquia de María Auxiliadora.
El P. Patrick se refirió a los atentados que sufre la comunidad cristiana, como el que se vivió en el estado de Makurdi, el pasado mes de diciembre, donde casi 300 personas fueron asesinadas. Otro día, “en una iglesia, 40 personas fueron asesinadas y 80 heridas”.
“En Nigeria se mezclan la sangre con el vino de alegría, las balas con el pan y el dolor con la esperanza“, afirma el P. Patrick. Los seguidores de Cristo pagan un alto precio por su fe, experimentando torturas físicas y psicológicas, aislamiento, violación, esclavitud, robos, secuestros e incluso la muerte. Este sacerdote subraya que, aunque la situación es traumática, “nuestra esperanza está en las bienaventuranzas”.
Akpabio describió la cruel realidad a la que se enfrentan los cristianos en su país, donde los grupos terroristas islámicos buscan imponer el yihadismo, y “borrar la memoria de Jesús“. Esas bandas secuestran sacerdotes, queman iglesias, amenazan a los cristianos, destrozan sus cosechas, y están relacionadas con el tráfico de órganos, todo con el fin de “desanimar a la gente” y evitar “que puedan servir a Dios”.
A pesar de la intensa persecución y los profundos traumas que están provocando, la gente no abandona su fe. En lugares “donde las iglesias han sido quemadas, la gente se reúne, se pone bajo los árboles de mango para celebrar la misa”, explicó.
El P. Patrick recuerdó que “la promesa del Señor es estar con nosotros hasta el fin del mundo”, y siguen caminando “porque somos peregrinos de esperanza”.
Confiesa que su principal temor no es la persecución que viven sino “abandonar a Dios, fallarle”. Y sostiene que “la caridad y el amor son armas más poderosas que las balas que llevan los terroristas”. Por eso, “aunque estamos muy perseguidos, seguimos rezando por nuestros enemigos, pidiendo al Señor por su conversión”.
También destacó que la “expresión de fe de los sacerdotes ha sido una caja que resuena esperanza a nuestro rebaño”. Patrick señaló que cada día los presbíteros “siguen dando sus vidas por sus rebaños y los rebaños también siguen dando su vida por Jesús”. Subrayó que “no están desanimados” y que seguirán apoyándose mutuamente “predicando un mensaje de paz y de perdón, acompañando a todos, especialmente a los más vulnerables, dándoles esperanza”. También señaló cómo en medio de las adversidades, las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa continúan en aumento en Nigeria, que tiene el mayor número de seminaristas en África.
El P. Patrick mantiene la esperanza en un futuro mejor para Nigeria. “Hay mucha gente que ha ofrecido su vida por Dios, pero en medio de eso no hemos sido desanimados, seguimos ofreciendo nuestros servicios a Dios porque tenemos esperanza que la vida no acaba aquí, tenemos vida después aquí, en este mundo”.
La comunidad eclesial sigue ofreciendo apoyo pastoral, espiritual, caritativo y social en Nigeria, con el respaldo de organizaciones como la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), que permiten que la Iglesia continúe su misión. A través de la campaña “Ayuda a Nigeria, Iglesia mártir, Iglesia viva”, esta organización ha aportado más de dos millones de euros en 2023 para sostener al clero, apoyar las vocaciones al sacerdocio, proporcionar asistencia y acompañamiento a los desplazados, ofrecer asesoramiento sobre traumas, suministrar alimentos, financiar la reconstrucción de iglesias y escuelas, y desarrollar programas de formación para catequistas y seminaristas. Todo ello con el fin de ayudar a estas comunidades perseguidas a recuperar sus vidas.
El P. Patrick explicó que “muchos han perdido sus hogares y tampoco tienen medios para reconstruir sus iglesias. Necesitamos medios para reconstruirlas”. Además, subrayó la necesidad de apoyo a los seminarios “para la formación de los seminaristas y apoyar a los profesores, para que sigan ofreciendo sus servicios sin miedo, sin desanimarse”.
Este sacerdote nigeriano, consciente de la necesidad que el mundo occidental conozca la situación que sufrimiento en Nigeria, invitó a los cristianos de Salamanca a orar por ellos “para que podamos mantener nuestra fe viva en este tiempo que vivimos”. También alentó a colaborar económicamente, “necesitamos caridad pastoral para seguir en nuestra misión para Jesús”.
Cuando complete sus estudios en Vitoria, el P. Patrick regresará de nuevo a Nigeria para “seguir acompañando a la gente que dejé en mi país”. Valora profundamente “todo lo que he encontrado aquí y doy gracias a Dios por ello”. Destaca la paz y la libertad religiosa que experimenta en España, la cual contrasta con la situación en su país. “En España, los cristianos son mayoría y se respeta la religión de cada persona. Esto es libertad religiosa y algo que debemos aprender y desarrollar en mi país”, afirma.
Este sacerdote nigeriano mencionó la importancia de la paciencia y la tolerancia que observa en España y cómo planea aplicar estos principios en “su misión de predicación, reconciliación y curación” al regresar a Nigeria.
También advirtió sobre la creciente secularización que observa en nuestro país. “Los cristianos aquí no tienen razón para no servir a Dios. Ustedes tienen todo. Hay que hacer más por el Señor y no abandonar su gracia”, afirmó. Y animó a “cuidar las muchas bendiciones que tiene España y transmitírselas a otras generaciones, valorando a Dios, la vida y la fe”. Señaló que es necesario “regresar de nuevo al Señor, para experimentar la alegría que proviene de Él y del contacto con nuestro Creador”, ya que, según sus palabras, “esa ha sido nuestra fuente de alegría y esperanza”. Su venida a España tiene como objetivo inspirar a las personas a no alejarse de Dios, compartiendo su testimonio para fortalecer la fe.