31/05/2024
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Aunque a veces pasa desapercibido, junto al sagrario de la parroquia de María Auxiliadora se encuentra un relieve que representa la Santa Cena y la institución del sacramento de la eucaristía. Su autor fue el artista zamorano, aunque afincado en Salamanca desde su niñez, José Luis Núñez Solé. El director del Servicio diocesano de Patrimonio Artístico, Tomás Gil, comparte cada detalle de esta obra escultórica, como una invitación a vivir la celebración del Corpus Christi de este domingo, 2 de junio.
En este bajo relieve, que realizó Núñez Solé en 1961, no fue concebido en un primer momento para estar debajo del sagrario. “La idea era que estuviera debajo del altar, a modo de frontal, pero solo se podía ver cuando no había celebración de la eucaristía, porque el altar antes estaba contra la pared”, subraya Gil. En 1961 todavía no se había realizado la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Pero en 1966 se desplazó el altar para celebrar de cara al pueblo, “y los Salesianos tomaron la decisión de colocarlo debajo del sagrario, y fue acertadísima, porque así se relaciona con la mesa de la celebración de la eucaristía y con la presencia de Cristo en la misma”.
En cuanto a las características del relieve, según determina este responsable, son muy propias de Núñez Solé, “y para que tenga volumen tiene que ser iluminado de manera rasante, es decir, como está ahora, con la luz que tiene en la parte de arriba, para que adquiera todo su volumen“.
El volumen del relieve es “muy fino”, como apunta Tomás Gil, y está realizado en mármol blanco. “Para resaltar el volumen, Núñez Solé utiliza también las patinas, que es pintar en color ocre las partes de la cabeza, de las manos y de los cuerpos, de los apóstoles, incluso, de los dones que hay sobre la mesa de la eucaristía, los alimentos que hay colocados encima”.
Dentro de la disposición de la mesa y los apóstoles, este responsable del servicio de Patrimonio Artístico, apunta que aunque parece un poco clásica, “tiene una novedad, porque el mantel llega hasta el suelo”, y la intención es que se relacione con lo que se está celebrando sobre la mesa del altar, la eucaristía, sobre la que se pone el pan y el vino de la Eucaristía”.
Otro sello personal de Núñez Solé tiene que ver con su estilo vanguardista, “que no le gustan las simetrías, y el Cristo está desplazado, no está en el centro, y está ligeramente hacia su derecha”. Además, en torno a la figura de Jesús se produce una especie de vacío espacial, “y los apóstoles forman grupos, están unidos entre ellos, pero en torno a Cristo, queda un vacío que le da ese aspecto de quién es Él, el Hijo de Dios”.
En cuanto a su postura, según Gil, “es la de poner delante de Él, sobre la mesa, el pan que ya ha partido, y con la mano izquierda sostiene la copa donde está el vino de la eucaristía, y lo apoya fuertemente contra su pecho“. Además, la mano derecha la levanta en bendición, “y lo que nos está diciendo Núñez Solé es cómo se produce que el pan y el vino, se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, a través del pan y el vino”.
En cuanto a la colocación de los apóstoles, “están en una situación de adoración, ensimismados, y contemplativos ante esa presencia de Cristo, que queda en el pan y en el vino”. Y este sacerdote matiza, “en ese vino que lo saca de su costado, por eso lo apoya contra su pecho, que está abierto, de donde mana, además del bautismo, la eucaristía.
Y un detalle a tener en cuenta es que uno de los apóstoles no tiene levantada la cabeza, “tiene la mirada perdida y se sitúa a la izquierda de Cristo, en el extremo izquierdo, que es Judas, con la bolsa del dinero escondida, que es la bolsa de la traición”. Además, es el único que no tiene el nimbo (aureola), como tradicionalmente se representa. También hay dos apóstoles que extienden sus manos hacia arriba, “hacia el pan y el vino, es decir, hacia el cuerpo y la sangre de Cristo”. Sus manos están abiertas y puestas hacia arriba, “para recibir los dones de Cristo para comunión y la adoración, porque la presencia del Cuerpo de Cristo, como participamos de ella los cristianos, es, fundamentalmente, comulgando, comiendo el mismo pan y bebiendo el mismo vino”.