ACTUALIDAD DIOCESANA

05/04/2024

Vivir la Pascua en comunidades rurales: una experiencia de servicio y fe compartida

Un grupo de jóvenes vinculado a las Hijas de la Caridad de la provincia España-Centro han celebrado el Triduo Pascual junto a las comunidades parroquiales de Aldeaseca de la Frontera, Bóveda del Río Almar y Peñaranda de Bracamonte

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN 

«Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros» (Lc 22, 15). Son las palabras que Jesús dijo a sus discípulos y quizás fueron las que motivaron a un grupo de jóvenes a salir de sus casas en Ávila, Arnedo, Madrid, Valencia y Murcia para celebrar la Pascua con tres comunidades rurales de Salamanca.

Animados por las Hijas de la Caridad de la provincia España-Centro, organizadoras de esta Pascua juvenil rural, este grupo de once personas se unió a las comunidades parroquiales de Aldeaseca de la Frontera, Bóveda del Río Almar y Peñaranda de Bracamonte para compartir juntos el Triduo Pascual. Así, durante el Jueves Santo reconocieron a Jesús en el pan compartido y le acompañaron en la agonía y angustia de Getsemaní, conmoviéndose ante su abandono y entrega total al Padre. El Viernes Santo, al adorar y contemplar la cruz de su pasión y muerte descubrieron el sentido de su sufrimiento, del cual nace la Vida nueva. Y en la mañana del Sábado Santo profundizaron en la sensación de vacío y soledad ante su sepulcro, que adquirió significado en la Vigilia pascual celebrada en Peñaranda, donde todos se reunieron. Allí renacieron a la esperanza y, liberándose de sus limitaciones y miedos, resucitaron, convirtiéndose en mensajeros de la Buena Noticia: “Él está aquí, ha resucitado”.

 

Celebración de la Cena del Señor, en Aldeaseca de la Frontera

Celebrar la fe en las comunidades rurales

Sor Lourdes y Saray durante uno de los oficios litúrgicos del Viernes Santo

El grupo estuvo integrado por siete jóvenes y cuatro Hijas de la Caridad.  Saray Almazán, una de las dos postulantes que ha participado en esta experiencia, explica que cada año la provincia España-Centro propone a los diferentes grupos juveniles vinculados a las Hijas de la Caridad participar en una Pascua rural, y celebrar el triduo pascual “en pequeñas comunidades en las que ayudar y con las que compartir las principales celebraciones”. El año pasado vivieron esta experiencia en Melilla y, en esta ocasión, decidieron celebrar la Pascua en estos pueblos de Salamanca.

Así, el Miércoles Santo, el grupo llegó a Peñaranda de Bracamonte para alojarse en el Colegio La Encarnación e iniciar su Pascua juvenil. Saray agradece la cálida acogida de la comunidad de Hijas de la Caridad de este centro, “nos han acogido fenomenal”.

Cada mañana, rezaban laudes en la parroquia peñarandina de San Miguel Arcángel, y luego se trasladaban a Aldeaseca y Bóveda para participar en los actos litúrgicos del Jueves Santo y Viernes Santo. El Sábado Santo, se unieron  a la Vigilia Pascual  en Peñaranda junto con las comunidades de Aldeaseca, Bóveda y Tordillos, donde celebraron la incorporación de dos niños a la familia de la Iglesia a través del sacramento del Bautismo, y compartieron la alegría y la esperanza de la resurrección de Cristo.

Saray explica que intentaban asistir a todos los oficios, “cuando era posible íbamos todo el grupo, y cuando no, nos dividíamos, la mitad en Aldeaseca y la otra mitad iba a Bóveda”. Colaborando “en las lecturas, con los cantos, la Hora Santa y el Via Crucis, compartiendo esas celebraciones con ellos y ayudando en lo que hemos podido”.

Ejercicio del Via Crucis en Aldeaseca de la Frontera

Una experiencia enriquecedora

Nacho participó en el Lavatorio de la Cena del Señor, el Jueves Santo, en la parroquia de Aldeaseca de la Frontera

Esta joven valora la oportunidad de convivir junto a otros jóvenes, “muchos no nos conocíamos”, y con otros había coincidido en encuentros de la comunidad joven vicenciana u otros movimientos asociados a las Hijas de la Caridad. Reconoce que cada uno de ellos está “en un camino de fe concreto y diferente”, por lo que considera que ha sido muy enriquecedor “compartir estos días como una comunidad”. Saray destaca especialmente los momentos de oración compartieron y la convivencia diaria, “nos hemos sentido muy a gusto y muy unidos”.

Nacho es uno de esos siete jóvenes que ha participado en esta Pascua rural. Este abulense reconoce que “quería vivir la Semana Santa y la Pascua de una manera diferente”. Además, agradece la cercanía ha experimentado estos días con la gente, “también por este proceso de transformación que estoy viviendo a nivel personal”.

 

Participantes en la Pascua rural junto a la iglesia parroquial de Bóveda del Río Almar

Pascua en clave de servicio

Los jóvenes compartieron parte del Sábado Santo en la residencia de mayores “El Cerro”, en Macotera

Para Saray, esta Pascua ha sido “muy intensa, muy bonita y muy de Dios”. Una experiencia “que nos ha hecho sentirnos Iglesia”, al compartir esta vivencia con estas comunidades, donde han sido “muy bien acogidos y desde el primer momento ha habido una conexión y un cariño muy fuerte”. Destaca la importancia de vivirla “en clave de servicio”, algo fundamental para el carisma de las Hijas de la Caridad. Considera que se ha cumplido ese sueño que teníamos los jóvenes de “vivir la Pascua en esa clave de servicio y ayudar en todo lo que pudiésemos a las personas con las que hemos compartido estos días”.

Además, la mañana del sábado, tras el rezo de Laudes, hicieron desierto en la ruta de los Molinos del Margañán que parte desde Malpartida y después visitaron la residencia de mayores “El Cerro”, de las Hijas de la Caridad en Macotera, para conocer su realidad y participar de una experiencia de servicio junto a los ancianos.

Una fe viva

Sor Inés es una de las Hijas de la Caridad que ha acompañado a los jóvenes en esta Pascua rural

Una de las cuatro Hijas de la Caridad que ha acompañado al grupo es Sor Inés una madrileña residente en Murcia que se unió a la Pascua junto a su hermano Eduardo. Esta joven religiosa destaca que ha sido una “suerte poder compartir esta Pascua con distintos pueblos de Salamanca. Ha sido una riqueza el ver cómo la fe está viva en estos pueblos de una manera muy familiar y muy entrañable”. Se siente agradecida por “cómo nos han abierto las puertas para poder hacer comunidad también con ellos”.

Considera un regalo “vivir estos momentos de pasión, profundidad y de silencio para poder ahora resucitar también y llevar esta alegría otra vez para casa”.

Esta experiencia de comunión muestra cómo la fe y el amor no conocen fronteras, uniendo a todos los hijos e hijas de Dios en una gran familia. Como señaló el párroco de estas comunidades, Lauren Sevillano, al iniciar la liturgia de la Cena del Señor: “El Señor nos ha reunido a todos en torno a la mesa para que tomemos conciencia de que somos una familia”. Y al concluir la Vigilia pascual, el Sábado santo, invitó a todos a compartir la alegría de la resurrección de Cristo. Ese mensaje de esperanza es lo que estos jóvenes llevan en sus corazones de vuelta a sus hogares, junto con la luz del Resucitado y el cariño que han encontrado en esta Pascua rural.

 

Parroquia San Miguel Arcángel en Peñaranda de Bracamonte, donde se congregaron las comunidades parroquiales para celebrar la solemne Vigilia pascual en la que fueron enviados a anunciar con alegría que Cristo ha resucitado

 

 

 

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