21/12/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Una de las mejores tablas del pintor salmantino, Fernando Gallego, es la de la Natividad, que se puede ver en su exposición permanente de la planta baja del Palacio Episcopal. Como apunta el director del Servicio diocesano de Patrimonio Artístico, Tomás Gil, “procede de la parroquia de El Campo de Peñaranda, y hace referencia al nacimiento de Cristo“.
A escasos días de la celebración de la Navidad, esta imagen es reflejo de la palabra de Dios, “y lo que aquí se encuentra recogido, nos ayudará a contemplar lo que sucedió y lo que sucede, porque Dios se ha hecho hombre y se ha encarnado”.
Este sacerdote diocesano destaca en la tabla la presencia de Jesús en el mismo instante de nacer, “ni siquiera la Virgen María lo ha envuelto en pañales y lo ha costado en el pesebre, que lo vemos atrás, y del que todavía están comiendo los animales, porque Jesús todavía no ha sido depositado, y eso quiere decir que es el primer momento en el que Dios entra en humanidad”.
Otro detalle de esta pintura es la colocación de María, “no es como una mujer que acaba de parir, sino que transmite tranquilidad, junta sus manos y se pone de rodillas ante su hijo, y despliega ese manto para poderle recibir en el nombre de toda la humanidad”. Además, ella está en un gesto de adoración, como detalla el director diocesano de Patrimonio Artístico, “reconociendo que no solamente está delante de su hijo, desde la naturaleza humana, sino que también se encuentra delante del mismísimo hijo de Dios, su naturaleza divina”.
Por otro lado, el Niño Jesús le corresponde con su mirada, describe Tomás Gil, “y patalea, porque el niño ha venido para hacer el camino de la salvación, y además, con la mano derecha señala hacia arriba, de donde procede, del Padre” y a la Virgen María, a quien reconoce “como su madre”. Este responsable reconoce que la escena se desarrolla dentro de un espacio arquitectónico, “que podríamos decir que es el pesebre, el establo donde nació Jesús”.
Tomás Gil menciona la perspectiva, “muy inclinada, a través de las baldosas, lo cual favorece esa sensación de que Jesús ha caído, ha descendido, que ha bajado desde el cielo”. Y en un segundo plano se coloca a San José, separado de la Virgen María por medio de un ángel, porque Jesús no es el hijo de José, sino el de María y de Dios.
En la tabla de Fernando Gallego también toman protagonismo en el centro de la escena los ángeles, empezando por el de la Anunciación, “que se encuentra en la parte superior con el Gloria, el anuncio a los pastores, y después, se abre una secuencia de ángeles que abre como una especie de vía sacra por la que se ha extendido Cristo desde el cielo, y se ha hecho hombre para salvarnos“.
De la imagen de San José destaca también cómo Fernando Gallego lo retrata mayor, “y crea un gran contraste con María, que es una mujer joven y bella”. Él aparece desdentado, “nos enseña su dentadura”. Y en sus manos realiza un gesto con una vela que acaba de prenderse, “porque Jesús ha venido también para ser la luz del mundo, y es la luz que brilla en las tinieblas, como escucharemos en el día de Navidad en el prólogo de san Juan”.
Según los especialistas, el pintor salmantino realiza esta tabla entre 1485 y 1490, “posiblemente el retablo de El Campo de Peñaranda es un poquito anterior al retablo de Ciudad Rodrigo, que realiza con otros colaboradores, como el Maestro Bartolomé, del que tenemos también una tabla del Nacimiento aquí recogida, que viene de Cabezabellosa de la Calzada”.
En el Palacio Episcopal también se puede apreciar otra tabla de la misma temática y de Fernando Gallego que se encuentra justo enfrente una de la otra, “recién descubierta y restaurada, atribuida a Fernando Gallego, donde contemplamos también ese nacimiento de Cristo en lo más bajo, y en el fondo, el anuncio a los pastores por parte del ángel en los campos de Belén”.
La tabla del Nacimiento de Fernando Gallego ayudará a la comunidad diocesana a contemplar lo que se va a celebrar en estos días.
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