09/10/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
“Teresa de Jesús tiene un mensaje de autenticidad personal, nos invita a mirar hacia dentro de nosotros, y su gran lección es que nos demos cuenta de que estamos habitados”, apuntaba el obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, en la eucaristía de clausura del Año Jubilar Teresiano en la Catedral de Salamanca.
En su homilía también recordó que sería bueno que el Año Jubilar, “nos hubiera servido para abandonar nuestra vida de tibieza y de pecado”, porque Dios, “se acuerda de nosotros y está dispuesto a borrar por completo y para siempre el pecado, porque su memoria, no como la nuestra, olvida el mal realizado y no lleva cuentas de las ofensas sufridas”,
El prelado indicó que muchos peregrinos habrán cruzado las puertas santas de cada sede jubilar (diez en total entre Salamanca y Ciudad Rodrigo), “y han gustado la gran bondad del Señor”, porque como subrayó, “somos instrumentos de misericordia“.
De Santa Teresa también destacó que su experiencia profunda de Dios, “ha traspasado las fronteras del tiempo y del espacio”, y lo que más cautiva de ella, concretó, “es su apasionante humanidad, pues supo dejarse seducir por su amado y habitar en esa morada principal de su castillo interior”. Además, el obispo compartió cómo la Santa, “nos anima a ser amigos fuertes de Dios, que nos socorra cuando nos sintamos débiles, y hacernos fiables en estos tiempos duros que nos ha tocado vivir”. Y ella, que es la fundadora de una familia religiosa con un estilo propio, y la escritora que inventa géneros literarios y metáforas capaces de comunicar sus experiencias incomparables, “es una mujer incomparable”.
Mons. José Luis Retana evocaba cómo se inició este Año Jubilar, “con alegría y esperanza“, con ocasión del cuarto centenario de la canonización de Santa Teresa de Jesús. Y como casi doce meses después, “hemos quedado sorprendidos por su capacidad de convocatoria”, y cómo se ha logrado reavivar en la Iglesia y en la sociedad, “el mensaje que ella continúa emitiendo”.
Asimismo, quiso agradecer el regalo que Dios nos hizo “al darnos a esta mujer valiente, amiga fuerte de Dios, amante de las letras, de la libertad y de la verdad”. El obispo resaltó de ella que es la mujer creyente que a la luz del evangelio, “afirma la dignidad de la condición femenina y la maestra mística, que abre nuevos caminos para el espíritu, pero al mismo tiempo, con los pies en la tierra”.
La eucaristía tuvo lugar en la Catedral Nueva, con la presencia de numerosos hermanos carmelitas descalzos, junto al general de la orden, el P. Miguel Márquez, quien dirigió unas palabras a los presentes tras la bendición final de la eucaristía. En ellas, recordó que Santa Teresa era hija de la Iglesia, “y nosotros queremos sentirnos hijos de la Iglesia con todo el Carmelo, 4.000 frailes y 10.000 monjas carmelitas, y cerca de 30.000 laicos consagrados”.
Al respecto, remarcó que todos forman una gran familia teresiana, “que queremos caminar unidos y construir la Iglesia, queremos ser uno con el papa y con nuestros pastores”. El padre Miguel Márquez destacó que en la eucaristía de clausura del Año Jubilar en la Catedral de Salamanca estaban representados carmelitas de África, Asia, América y Europa, “como una sola familia”.
El general de la orden también reconoció que podemos ser diferentes y opinar distinto, “pero construir juntos”. Y pidió que Santa Teresa, “nos contagie a todos este espíritu de comunión en esta celebración”. Y de manera especial, Miguel Márquez quiso recordar a las Carmelitas Descalzas, “todo ese ejército silencioso de mujeres desprendidas, que oran, y que siempre me recuerdan a las mujeres y a los hombres invisibles, los que trabajan y no hacen ruido, y construyen el mundo”.
El padre Miguel Márquez tuvo un recuerdo especial ante el ataque terrorista de Hamas a Israel. Esa misma mañana, el general ha hablado con las Carmelitas Descalzas de Palestina, “y me ha dicho una hermana que se oye la vibración de los proyectiles, y nos piden oraciones”. Por ese motivo, este carmelita pide una oración, de estremecimiento ante la guerra que se avecina, “ante las personas que morirán”. Este responsable insistía en pedir al Señor, “que nos dé la valentía y la sinceridad de construir juntos, y de seguir orando”.
Por la tarde, se celebró una procesión extraordinaria con la imagen de Santa Teresa de Jesús del escultor cordobés, Francisco Romero Zafra, y que recorrió algunas de las calles más céntricas de la capital, como la calle Libreros, Compañía, la Plaza Mayor o la Rúa, entre otras. La talla se llevó en el paso del Cristo de la Agonía de la Seráfica Hermandad, y en el cortejo estaban representadas las cofradías de gloria y penitenciales de la capital y la provincia, así como integrantes de la hermandad teresiana de Alba de Tormes.
En el recorrido realizaron algunas paradas simbólicas, como en el convento Amor de Dios, de Franciscanas de la Tercera Orden, donde les recibieron las hermanas, o junto al medallón de Santa Teresa en la Plaza Mayor, donde depositaron unas flores. Y antes de realizar la entrada en la Catedral Nueva, por la puerta del obispo, se cantó el himno a Santa Teresa.
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