31/07/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El sacerdote diocesano Juan Manuel Alonso Amador ha fallecido este lunes, 31 de julio, en Tenerife, a los 87 años de edad. Natural de La Orotava, en la isla de Tenerife, ha dejado un legado imborrable en las comunidades a las que ha servido en la Diócesis de Salamanca.
Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad Pontificia de Salamanca, fue ordenado presbítero en Alba de Tormes, el 8 de diciembre de 1963, coincidiendo con la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María.
A lo largo de su fructífero ministerio, don Juan Manuel sirvió a la Iglesia de Salamanca con espíritu humilde y cercano. Primero como coadjutor en Alba de Tormes. Más tarde, asumió las parroquias de Cristóbal, Valdefuentes de Sangusín, Calzada de Béjar, Molinillo y Santa María de los Llanos, donde ejerció como párroco durante quince años. Después, el obispo le encomendó las comunidades parroquiales de La Tala, Íñigo Blasco, Armenteros y Revalbos y Navahombela.
Además de su labor pastoral en estas parroquias, compartió durante treinta años su conocimiento y experiencia como profesor del Colegio La Inmaculada, de Armenteros, donde también se ofrecía acogida a niños y jóvenes huérfanos e inmigrantes de diferentes nacionalidades, y en situación de vulnerabilidad.
Hace cinco años regresó a su tierra natal para estar junto a su familia, tras haber desarrollado un largo y fecundo ministerio en la Iglesia de Salamanca.
Al conocer la noticia, el vicario general, Tomás Durán, ha remitido un mensaje a su homólogo de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, D. Antonio Manuel Pérez, con las palabras de condolencias del obispo de Salamanca, Mons. José Luis Retana, desplazado ya a Lisboa para participar en la JMJ. El prelado transmite a la familia “su más sentido pésame y su afecto de padre”, le encomienda en la oración y expresa su “agradecimiento al obispo nivariense, Mons. Bernardo Álvarez, y a los que le han acogido en estos últimos años”.
En su mensaje pide al Señor “por el eterno descanso del que hizo sus veces en el anuncio de la Palabra, la celebración de los sacramentos y el pastoreo del pueblo encomendado”. Y le indica que se informará oportunamente a las parroquias que sirvió para que “se ore por el que fue su párroco tantos años y guarden la memoria de aquel que les condujo en la vida cristiana”.
Que su alma descanse en la paz del Señor Resucitado.