La Pastoral de la Carretera es un servicio que la Iglesia ofrece para alentar el anuncio y la vivencia de la fe cristiana de los profesionales, conductores, peatones y viajeros, en el uso de la vía pública y de los vehículos, que están generando una nueva forma de convivencia y de relaciones humanas.
En toda esta tarea como en el ejercicio de cualquier actividad y derecho ciudadano, el primer principio que debe orientar la actuación de toda persona es el sentido de responsabilidad. Toda la moral del tráfico se fundamenta en el valor cristiano de la persona humana, “que está por encima de las cosas todas y cuyos derechos y deberes son universales e inviolables” (GS. 26).