23/03/2023
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
El próximo sábado, 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, se celebra la Jornada por la Vida, bajo el lema: “Contigo por la vida, siempre”. Una jornada en la que se invita a acompañar cada vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural, teniendo especial solicitud en aquellas situaciones en las que la vida es más vulnerable.
Precisamente ese día se celebrará la cadena de oración por la vida que promueve la Delegación diocesana de Familia y Vida el 25 de cada mes, que en esta ocasión invita a orar por los no nacidos y las madres en dificultad. La oración tendrá lugar en la iglesia del Monasterio del Sagrado Corazón de Jesús, de las madres Clarisas de Cantalapiedra y se iniciará a las 12:00 horas, con el rezo del Ángelus, seguido de la celebración de la eucaristía y una oración por la intención de este mes.
Junto a la oración, y como en otras ocasiones, la jornada contempla también una comida de confraternidad y la visita a uno de los templos de la comarca, esta vez los participantes visitarán la iglesia de Palaciosrubios.
Para facilitar el traslado desde Salamanca, la Delegación diocesana de Familia y Vida ha dispuesto un autobús que partirá a las 11:00 horas desde el monumento a Gabriel y Galán, en la Avenida Mirat. Los interesados en participar deben inscribirse antes del 22 de marzo, en la Casa de la Iglesia, llamando al teléfono 923 12 89 00.
Cada año la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida ofrece diferentes materiales para celebrar esta jornada entre los que se encuentra un subsidio litúrgico, una oración por la vida o el mensaje de los obispos de dicha subcomisión.
En su mensaje invitan a acompañar la vida de cada persona “en todas las fases de su existencia”, y enumeran las vidas “que deben ser acompañadas”. Respecto al inicio de la vida, los obispos afirman que “plantear que eliminar una vida humana pueda ser solución para algún problema es una grave equivocación, como ocurre en el caso de un embrión o un feto en el seno de su madre”. Por eso, “las leyes que promueven y amplían el supuesto «derecho al aborto» son absolutamente injustas porque “legalizan la muerte de personas inocentes e indefensas”.
Los prelados reclaman “una serena reflexión” que “vaya a las raíces del problema y busque alternativas reales para que las madres que afrontan, muchas veces en soledad, un embarazo no deseado no tengan que recurrir al aborto”.
También piden acompañamiento para los refugiados e inmigrantes “que llegan a nuestras fronteras, la mayoría de las veces en condiciones tan trágicas”; enfermos mentales, ancianos y el final de la vida.
Los obispos subrayan el “alarmante” aumento de suicidios, especialmente entre los más jóvenes, es “un tema que merece ser considerado con hondura”. Los obispos ofrecen la colaboración de la Iglesia para afrontar el tema y manifiestan su deseo de “estar cerca de los familiares y amigos de las personas que se han suicidado, acogiendo y acompañando con respeto su dolor”.
En cuanto a la la ancianidad porque “en una sociedad del descarte y la desvinculación, los mayores siempre tienen mucho que perder” y es necesario “un planteamiento en el que las personas mayores sean protagonistas” y “crear cauces para escuchar su voz y para darles espacio en la vida de la Iglesia y de la sociedad”.
Y al final de la vida, cuando la vida humana “en muchas ocasiones vuelve a ser frágil” y “la gran tentación consiste en buscar falsas vías, que pretenden eliminar el sufrimiento, cuando lo que están haciendo es acabar con la vida de la persona”. Por eso, una vez más, “manifestamos nuestro rechazo a la ley que regula la eutanasia y pedimos la aprobación de una ley integral de cuidados paliativos, dotada de los recursos necesarios, para acompañar de manera verdaderamente humana a las personas en la fase final de su vida”.
Los obispos continúan su mensaje aportando algunas propuestas de acción. En primer lugar, “debemos promover la oración por la defensa de la vida humana”. En segundo lugar, proponen el testimonio personal. Cada fiel cristiano está llamado a dar “testimonio del amor verdadero con palabras y con obras”. En tercer lugar, exhortan a los laicos a comprometerse y acompañar a las personas que deben ser, especialmente, acompañadas.
Los prelados terminan su mensaje pidiendo a “María Santísima, Madre de la Vida, que infunda en nosotros un amor concreto y creativo para instaurar la cultura de la vida, acompañando y acogiendo a cada persona”.