16/12/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
En 1998, la Diócesis de Salamanca aprobó el Decreto sobre Instauración y Directorio del Orden de las Vírgenes, tan solo unos meses antes de consagrar a la primera mujer, Margarita Martín, de manos del obispo, Mons. Braulio Rodríguez. Por esta petición se promulgaron dichos documentos, donde se recogen en varios puntos el funcionamiento de este Ordo Virginum.
En el directorio, se detalla el tipo de espiritualidad que debe de seguir la virgen consagrada, por ejemplo, “con la participación amorosa diaria de la eucaristía, el rezo diario de Laudes y Vísperas, o la lectura y meditación de la Escritura”. Asimismo, se demanda una devoción filial a María, “modelo de toda virgen consagrada”.
Asimismo, en el directorio se detalla cómo y dónde tiene que realizarse la consagración, “si las circunstancias no aconsejan otra cosa, se celebrará en la Catedral”. En el documento se apunta que cada virgen elegirá su propia madrina de consagración, y en el acto se entregarán varios símbolos. Por ejemplo, un velo, “que une a la virgen con la primitiva tradición de al Iglesia, que velaba a las vírgenes con el flameo”, y que podrá usar en el transcurso de las celebraciones a las que asistan como vírgenes consagradas.
También recibirá un anillo nupcial, “que lo llevarán siempre y en todo lugar, como signo de fidelidad a Cristo, su único esposo, a quien se entregan”. La nueva virgen consagrada recibirá el libro de la Liturgia de las Horas, “para que pueda satisfacer su ministerio de orante”.
Antes del inicio de la celebración, la nueva virgen seglar será acompañada por las hermanas del Orden con las velas encendidas. La ceremonia es similar a la ordenación sacerdotal, con sus propias particularidades. El obispo, Mons. José Luis Retana, realizará una serie de preguntas a la candidata después de la homilía, donde tendrá que responder: “Sí, quiero”.
Después, la candidata recibirá los tres símbolos: el anillo, el velo y el libro de la Liturgia de las Horas.
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