06/12/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
En el archivo de la Catedral de Salamanca se conservan dos de los libros más importantes de Sebastián de Vivanco, maestro de capilla del templo catedralicio, y del que se conmemora el 400 aniversario de su muerte. La musicóloga, Josefa Montero, muestra uno de los volúmenes, de gran tamaño, como era propio en esa época. Uno de los libros es de motetes y el otro, de misas.
En cada página, en la que se aprecia el tono amarillo del paso del tiempo, se muestra el nombre de cada obra, las voces que corresponden y su firma, en la página de la derecha, en la parte superior: “SEBAST. DE VIVANCO”. En el archivo también se atesoran manuscritos con sus obras, de menor tamaño, como uno de motetes, con tres volúmenes: para alto, tenor y bajo.
Esta musicóloga insiste en que Sebastián de Vivanco fue un maestro de Capilla “importantísimo”, y de los que han pasado por la Catedral de Salamanca, “uno de los más insignes”. Por ese motivo, por el 400 aniversario de su muerte se ha dedicado todo un año a su figura, con conciertos, o congresos, entre otras iniciativas.
La intención de esta efemérides también es hablar de Vivanco y de su música. Josefa Montero recuerda que era natural de Ávila, “y nació en 1551, según las últimas investigaciones de Michael Noone“. También precisa que fue un poco eclipsado por Tomás Luis de Victoria, también abulense, “y estamos reivindicándolo, porque quizás Victoria fue más famoso porque marchó a Roma, mientras que Vivanco no salió de España, y trabajó en las catedrales de Lérida, Segovia, Ávila y Salamanca“.
Hasta la capital salmantina llegó atraído por la Cátedra de Música de la Universidad, así como el hecho de convertirse en maestro de capilla de la Catedral, como argumenta Montero. Pero esta no fue la única razón por la que Vivanco se decantó por Salamanca, matiza Montero. “En 1602 se estableció aquí un impresor flamenco, Artus Taberniel, junto a su mujer Susana Muñoz, donde Vivanco imprimió tres importantes libros de misas, uno de motetes y un magnificat”.
El primero de ellos fue impreso en 1607, un libro de magníficats, donde se incorporó un retrato de Vivanco de Pedro Perret en la portada. El segundo, de misas, de 1608. Y el tercero, con setenta y dos motetes, lo imprimió en 1610, pero aunque fue atribuido a Taberniel, en realidad fue su mujer, Susana Muñoz.
“En este contexto reivindicamos un poco a la mujer, que en el caso de Susana Muñoz, tras enviudar, volvió a casarse con otros dos impresores y se mantuvo en el negocio”, aclara esta musicóloga. Y en los periodos en los que estuvo viuda figuraba ella como impresora.
De los tres libros que imprimió allí Sebastián de Vivanco, en el archivo de la Catedral de Salamanca se conservan dos. Cada año, decenas de investigadores acuden a este lugar para ampliar información sobre este maestro de capilla, “al ser uno de los polifonistas más notables del siglo de oro español”. Josefa Montero recomienda escuchar sus obras, “y que se impregne de parte de este tesoro musical que conservamos aquí”.
Sobre sus obras, el investigador, Michael Noone, confirma que este compositor se decantaba por el potencial policoral de sus coros, con los que ofrecía diversidad de posibilidades para “la proyección retórica de los muchos textos litúrgicos que musicalizó”. Asimismo, subraya su dominio del lenguaje técnico de los grandes maestros franco-flamencos.
El próximo 15 de diciembre, dentro del Año de la Música, la Catedral de Salamanca presentarán un CD inédito con las obras de Sebastián de Vivanco, que fueron interpretadas el pasado 24 de septiembre en la Catedral vieja a cargo de Ensemble Plus Ultra, la Schola Antiqua y La Danserye, bajo el título, “Cantara el alma. Sebastián de Vivanco y la música sagrada para dos y tres en el Siglo de Oro”.