25/11/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
Desde este domingo, la Iglesia en Salamanca comienza a vivir el tiempo de Adviento (“venida”), preparatorio para la llegada de la Navidad. El misionero redentorista, Luis Angulo, de la parroquia de Santa Teresa, recuerda la importancia de preparar “la llegada de Jesús, el Salvador, y por eso hay que prepararlo”.
Este sacerdote considera que para preparar esa venida, “los católicos tenemos un tiempo litúrgico que se llama Adviento, cuya duración puede variar entre 22 y 28 días”. La Iglesia celebra cuatro domingos de Adviento, el primero de ellos, lo más próximo al 30 de noviembre, en esta ocasión, el día 27, “y finaliza la noche del 24 de diciembre con la celebración de la misa del Gallo y la misa de Navidad el 25”.
Luis Angulo detalla algunos símbolos propios del Adviento, como los bíblicos, con cuatro personajes muy importantes que toman protagonismo por su papel en el anuncio de la venida del Señor: “El profeta Isaías, San Juan el Bautista, que le preparó el camino, y por último, María y José“. Para este sacerdote redentorista esto es lo más importante, pero existen otra serie de detalles, “que nos pueden ayudar”, como el color litúrgico, el morado; o la corona de Adviento, “es un detalle que no falta”.
Cada domingo se encenderá una vela de la corona, “hasta llegar a la cuarta semana, y en algunos casos se coloca una quinta, distinta y más grande, que es Jesús, el que nace, el que viene, el Salvador“. Otro detalle que apunta Angulo está relacionado con el calendario de Adviento, como cuenta atrás para la celebración de la Navidad, “ver en qué día vivimos, qué fiesta o a qué Santo podemos encomendarnos en esa jornada del mes”.
Este redentorista anima a vivir estos días con la presencia de la oración, “con la esperanza despierta y abierta, y que todo esto que ha pasado, y que gracias a Dios parece que está acabando, la pandemia, nos ayude a revivir, a iluminar, a encender nuestra fe, para que la podamos extender a los demás”.
Por último, insiste en que un tiempo de Adviento vivido sin la oración, “es imposible para los cristianos”, pero advierte que la oración puede quedarse en algo meramente teórico, “debe de ir acompañada de algo real y práctico, que se demuestre en detalles concretos”. Porque asegura que este niño que nace es Jesús hecho hombre, “y se manifiesta en cada rostro, en cada persona, en cada identidad que lo está pasando mal, que no tiene lo que nosotros tenemos, lo que nosotros necesitamos”.
Luis Angulo habla de la misericordia de ese niño que nace, “que la hagamos presente nosotros en los demás, que seamos conscientes que necesitamos reconocer nuestras penurias para ser solidarios y generosos”. Y también, argumenta, “con el bolsillo”, cuando corresponde en las colectas convenientes, pero sobre todo, “la solidaridad de la oración para acordarnos de los demás, no siendo egoístas simplemente, y acordándonos de nosotros y de los nuestros, y así Jesús nacerá en nosotros y en todos”.