13/09/2022
A Fr. Roberto Ábalos desde niño le abrieron el corazón y la mente a las misiones desde el seminario navarro donde se formó: “Venían misioneros de Perú y nos mostraban plumas, fotos, flechas y alguna película que filmaban”, apunta.
Este dominico fue uno de los fundadores de la casa de Babilafuente, que surgió en 1982 como experiencia de pastoral rural de la comunidad formativa de Sotomayor de Salamanca. Pero desde hace 18 años es misionero en Koribeni, en la selva al sur de Perú. También ha sido el autor del libro: “Misión de San José de Koribeni, 100 años”, donde se recoge la presencia de los Dominicos en esta zona a través de más de 700 páginas.
“El primer trabajo era recorrer una extensión de 150.000 metros cuadrados, y ver qué ríos, qué comunidades o asentamientos nativos iban encontrando”, relata para el programa de la COPE, El Espejo de la Diócesis de Salamanca.
Como apunta Fr. Roberto Ábalos, en la selva encontraron muchos niños huérfanos, “y establecimos centros de acogida y escuelitas, y así se lograba que las familias dispersas se acercasen a la misión”. Desde que los Dominicos están en la zona se han dedicado también a visitar las comunidades. En concreto, la misión de San José de Koribeni lleva 20 comunidades de colonización quechua que han bajado a la selva a buscar terreno”.
Ellos siempre han apostado por el entendimiento entre comunidades, “y que sean menos separatistas las diferentes culturas”. Esta misión ha cumplido cien años en Perú y por eso Ábalos decidió publicar un libro, “en homenaje a nuestros antecesores, frailes y misioneras dominicas, y laicos, que han trabajado la salud y la educación, con buena vocación”.
En su libro de esta misión, Ábalos recoge lo que han relatado sus antecesores en el cuaderno donde recogían lo que acontecía cada día, “y la segunda parte es de testimonios escritos de lo que he ido viviendo, analizando y publicando”. En sus reflexiones también habla de la situación del país, en especial, en el tema de la defensa del territorio, la salud y la educación.
Los Dominicos ya llevan en ese territorio 120 años y seguirán apoyando a las comunidades, aunque reconoce que la situación allí ha cambiado mucho por el gasoducto, “la selva no es la misma, está desapareciendo, con más contaminación, la desaparición de especies, y el indígena ahora conoce el poder”.
Allí han tratado de reinventar la pastoral con esta situación, “viene gente voluntaria que nos va a ayudar en este momento presente”.
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