ACTUALIDAD DIOCESANA

30/06/2022

Fallece el sacerdote diocesano Antonio Romo a los 82 años

El funeral se celebrará este viernes, 1 de julio, en la parroquia La Asunción de Nuestra Señora, en Puente Ladrillo, a las 16:30 horas, y su capilla ardiente se ha instalado en la sala 12 del tanatorio de San Carlos Borromeo

 

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

El sacerdote diocesano, Antonio Romo Pedraz, ha fallecido hoy a los 82 años. La capilla ardiente se ha instalado en la sala 12 del tanatorio de San Carlos Borromeo. Su funeral tendrá lugar mañana viernes, 1 de julio, en la parroquia La Asunción de Nuestra Señora, en el barrio de Puente Ladrillo de Salamanca, a las 16:30 horas.

Nació en Aldealengua el 24 de diciembre de 1939, y se ordenó sacerdote en Salamanca el 20 de marzo de 1964, con 24 años. Durante 20 años, dedicó cuerpo y alma, a nivel pastoral y social, al barrio de Puente Ladrillo. Medalla de Oro de la Ciudad en 2001, por su entrega a los más desfavorecidos; en 2014, el Premio Castilla y León de Valores Humanos, y en 2016, la Medalla de Oro la Provincia.

De sus primeros años como sacerdote, él mismo se definía como un todoterreno, “lo mismo tocaba la guitarra, que sacaba patatas, que daba ejercicios”. Entre sus primeros destinos, en la zona de Las Villas, en San Morales, donde fue muy feliz. También llevaba cuatro pueblos más, y daba clase en el instituto de Babilafuente.

Un hombre sencillo

Años después, estuvo en Bilbao y en Valladolid, trabajando de cartero. También residió tres años en Madrid, estudiando y trabajando en el metro, “donde quitaba pintadas”. Un hombre sencillo, volcado en los demás, y que puso en marchas varios proyectos sociales.

De nuevo en Salamanca, fue educador en el Seminario. Para él, la faceta educativa era “muy importante”.  Asimismo, comenzó su labor en el barrio de Puente Ladrillo, compartiendo tarea durante muchos años con Francisco Buitrago. Su última parroquia fue la de Arabayona de Mógica. Con los jóvenes trabajó como consiliario del Movimiento de Acción Católica “Junior”.

De su padre recordaba que era castellano, “trabajador, creyente, murió pobre porque lo había dado todo”. Y de su madre, “una mujer entregada, sencilla, muy profunda, como son todos los castellanos”. Antonio Romo tenía cuatro hermanos, con los que reconocía, “formar una piña”.

Otra de sus tareas la realizó junto a los enfermos, como capellán del Complejo Asistencial de Salamanca, durante más de 25 años. Este sacerdote también decía que Jesús, “siempre me ha dado mucha fuerza”, y que todo lo que hacía en su vida, lo hacía por Él. Romo tenía muy claro que “hacer feliz al otro, te hace feliz a ti”. En alguna ocasión reconocía que tener fe “es algo que llena tu vida, que da sentido a tu vida”, y sino lo vives, cree que es una pena, “porque lo pierdes”.

Y ante la enfermedad, Antonio Romo reconocía que hay momentos oscuros, “y a mí siempre me sale el pedir perdón”. En esos momentos, “te sientes pequeño, necesitado y débil, y pones la confianza en Dios”.

 

Los sacerdotes Antonio Romo y Juan Francisco Buitrago compartieron labor pastoral en la parroquia de Puente Ladrillo

 

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