24/06/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN
“Cuando un joven cae, en cierto sentido cae la humanidad. Pero también es verdad que cuando un joven se levanta, es como si se levantara el mundo entero”. Estas palabras del papa Francisco, preparatorias de la JMJ que se celebrará en Lisboa en 2023, resumen la importancia de los jóvenes en la vida de la Iglesia, y que esta semana centra el último #HazMemoria, para repasar la labor de esta institución eclesial. En esta ocasión, se centra en: “El servicio a los jóvenes”.
El sacerdote diocesano, Andrés González Buenadicha, es el responsable en la Diócesis de Salamanca de la Pastoral Juvenil, quien hace memoria del acompañamiento del mundo juvenil en los últimos años, marcados por la pandemia. “Desde hace tiempo, los jóvenes son una prioridad, el trabajo pastoral con ellos, pues como bien dice el papa Francisco, los jóvenes son el ahora de Dios”, subraya. En la diócesis, esta delegación acompaña a cerca de un centenar de adolescentes y jóvenes en un total de cuatro grupos enfocados en el acompañamiento espiritual y el servicio a los demás.
Este responsable tiene claro que existen una serie de claves para que los jóvenes, “se encuentren con Jesús”, y va más allá, “que sea el mismo joven, el que evangeliza a otros jóvenes que andan en búsqueda“. Para este sacerdote, la primera clave es hacer que el joven, “no solamente sea destinatario, sino que sea el encargado de llevar adelante la misión con otros jóvenes”. González Buenadicha aclara que es el principal evangelizador.
Otra clave es la relación “tú a tú”, y que ese anuncio de Jesús a otros jóvenes, “se tiene que hacer con la gramática del amor, como también le gusta decir al papa Francisco, desde el encuentro con él, de una presencia cercana, desde el cariño que llega a hacer camino con otros jóvenes”, sentencia.
En tercer lugar, considera que es importante crear un espacio de crecimiento, de acompañamiento, “más personal y espiritual, donde el joven va nombrando su vida con la ayuda y la mediación de otros adultos, que intentamos acompañar la realidad”.
En la Pastoral Juvenil existen varios grupos de adolescentes y jóvenes que trabajan diferentes realidades. Entre ellos, “Jerut”, “que se reúne quincenalmente, y en verano desarrolla el campamento de la diócesis”. Andrés González precisa que la idea es que el joven, “se sienta llamado a desempeñar una tarea al servicio de la Iglesia”. Se trata de unos 30 jóvenes, de entre 18 y 27 años, que se reúnen quincenalmente, “donde rezan, se forman, comparten la vida y celebran la fe”.
Otra clave fundamental en la pastoral con jóvenes, según su responsable, “es que el joven se sienta que pertenece a un grupo, con otros iguales“. Entre ellos van narrando sus búsquedas, “compartiendo cómo es esa relación con Dios, con el mundo y con los demás”. Desde la Pastoral Juvenil también valoran el hecho de que vivan experiencias de contacto, por ejemplo, con los más empobrecidos.
Uno de los grupos más centrados en ello es “Molokai”, “que trabaja el voluntariado, el cuidado de la casa común, la cercanía con los más empobrecidos, con los más vulnerables, y desde ahí, ofrecer a otros jóvenes esa posibilidad”. Lo conforman unos 30 jóvenes de entre 17 y 25 años.
Esta pastoral también cuenta con un grupo específico de adolescentes, llamado “Ohana”, “con los que trabajamos mensualmente, y nos parece muy importante este espacio, que además es compatible con la vida parroquial o del movimiento, para encontrarse”. Con ellos organizan una experiencia fuerte en verano, “donde todo eso que han ido compartiendo durante el año, lo ponen al servicio de los demás, y también para el crecimiento propio”. En este grupo, formado por 15 personas, tienen entre 14 y 17 años, y se reúnen un domingo cada tres semanas.
Además, cuentan con otro grupo, denominado, “Atrio”, formado por ocho jóvenes adultos, “que están acabando los estudios o ya están incorporados al mundo del trabajo”. Ellos se reúnen quincenalmente, “donde rezan, comparten la vida y se forman en cuestiones de fe”. En este caso, su misión la desarrollan en sus ámbitos de estudio y trabajo.
El delegado de Pastoral Juvenil cree que cualquiera que trabaja en la evangelización de los jóvenes, “los nombramos como instrumentos en las manos de Dios, para que el joven pueda encontrarse con el Señor, y desde ahí, pueda responder y pueda nombrar ese sueño que Dios tiene con él”.
Cabe resaltar que todos los grupos son acompañados por personas adultas, “y se les ofrece el acompañamiento espiritual y experiencias de oración”. Como por ejemplo, comunitarias (vigilias de oración) o retiros de oración de fin de semana (Oasis).
Ángel Sánchez, de 19 años, es uno de los jóvenes de Pastoral Juvenil, del grupo Jerut, que comenzó su camino como niño del campamento diocesano en 2017. “Estuve dos años, y después de acabar el campamento, quería seguir en el camino de la Pastoral Juvenil y decidí empezar en Ohana, que era un grupo que se creaba ese mismo año, en 2019”.
Con ellos vivió la experiencia denominada la “Ruta Calcuta”, “en la que fuimos por distintos sitios realizando obras en comedores sociales, en centros de personas con discapacidad, etc.”, detalla. Según describe, el grupo iba ayudando a las personas de diferentes entidades sociales de camino a Santiago de Compostela .
En 2020, no pudieron realizar una experiencia similiar por la pandemia, “pero nos seguimos reuniendo en el grupo de “Ohana” por Skype o Zoom”. Y finalmente, Ángel entró a formar parte del grupo Jerut en 2021, “este es mi segundo año, y de momento, sólo tenía experiencia de un campamento, pero la verdad es que quiero seguir”.
Este joven descubrió en “Jerut” que había más personas como él, “que coincidían en mi fe y acompañaban a niños”. Para Ángel fue un incentivo poder ser monitor en la Diócesis de Salamanca, “y no dentro de cualquier otro campamento”.
Para él no es difícil compartir con su gente la fe que profesa y cómo la vive en su día a día. “Soy una persona que no se esconde, que no tiene miedo a revelar realmente cómo es, y no tengo miedo de expresar realmente mi fe delante de mis amigos”, subraya. Aunque si admite que tiene muy pocos amigos que le comprendan, “pero todos siempre insisten en que quieren conocer más sobre este aspecto, y aunque no lo comparta, siempre me respetan y quieren descubrir más”.
De las experiencias que ha vivido Ángel en la Pastoral Juvenil enumera algunos de los valores: “La Ruta Calcuta fue una experiencia que me cambió, porque me ayudó a ver la realidad porque muchas veces estamos encerrados en nuestra propia realidad y no vemos a esas personas que necesitan de nuestra ayuda”. En su caso, ayudando a niños, personas con discapacidad o ancianos, “he aprendido a valorar realmente esas pequeñas cosas y a esas personas que están ahí y que nadie las hace caso y necesitan de nuestra ayuda”. Por último, este joven tiene claro que cada uno de ellos tiene una misión.