06/06/2022
SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Con unas palabras del apóstol Pablo, Ciriaco García, recién ordenado sacerdote en la Catedral Vieja de Salamanca, comenzó su alocución antes de dar por concluida la celebración. “Doy gracias a Cristo Jesús Señor nuestro, que me hizo capaz, se fio de mí y me confió este ministerio”. Sensiblemente emocionado, dio gracias a Dios, “por el don de este ministerio que hoy se me entrega, inmerecido, por su grandeza, y un don descubierto a lo largo de mi vida”.
Y quiso dar las gracias por todas las personas que se habían puesto en su camino vocacional, “y que han acompañado mi crecimiento en la fe”. Desde sus padres, sus abuelos, su familia o sus amigos. Este joven, de 34 años, reconoció también que la tarea de anunciar el Evangelio y hacerlo presente, “es una tarea a veces complicada”, pero que junto a sus hermanos en el presbiterio, “esta fragilidad se ve reforzada al saber que participamos de una misma misión junto a nuestro obispo, Mons. José Luis Retana”.
Finalmente, quiso tener presente a los que le han sostenido con la oración, especialmente en los días previos a su ordenación, “gracias Señor por este don que hoy me confías”.
El nuevo presbítero estuvo arropado por el obispo emérito de Salamanca, Mons. Carlos López, y el emérito de Sigüenza-Guadalajara, Mons. José Sánchez, numerosos sacerdotes diocesanos que ocuparon los primeros bancos del templo, así como por sus familiares, amigos y compañeros del Teologado de Ávila, entre otros. El rito de la ordenación comenzó con la elección del candidato a presbítero. “Reverendísimo Padre, la Santa Madre Iglesia pide que ordenes presbítero a este hermano nuestro”, mencionó el rector del Seminario, José Ángel Ávila.
En su homilía, el obispo de la Diócesis de Salamanca, Mons. José Luis Retana, recordó que ese día, “nuestra diócesis se llena de alegría por el regalo que supone la gracia de una ordenación sacerdotal”. Y dirigiéndose a Ciriaco, el prelado indicó que al ser ordenado sacerdote, “experimentarás que eres amado tal y como eres, experimentarás la ternura de Dios, que no nos deja nunca solos; entrarás a formar parte del presbiterio diocesano, y recibirás el Espíritu Santo, el don de los dones, en esta jornada tan significativa en la Iglesia, para configurarte con Cristo, Cabeza y Pastor”.
Mons. José Luis Retana sintió “un gozo especial” al ser la primera ordenación de sacerdote desde que llegó como pastor a la Diócesis de Salamanca hace cinco meses. “Desde siempre el Señor te eligió para llamarte a este ministerio, para consagrarte a su amistad y a su servicio, y para enviarte con la Iglesia a su misma misión”, afirmó.
El prelado indicó que cuando las manos del obispo reposan sobre la cabeza del ordenado, “simbolizan la mano paternal de Dios, que se extiende hacia ti y te dice: me perteneces; no eres ya propiedad tuya; te quiero junto a mí, deseo que estés a mi entero servicio”.
Asimismo, remarcó que el ministerio sacerdotal, “no es un trabajo a tiempo parcial, sino que lleva consigo la entrega para siempre de quien es llamado por Otro”. Mons. Retana también habló de su labor, “el verdadero cuidado exige atención, el estar con y saber escuchar al otro, dedicarle tiempo, estar disponibles, ser capaces de acompañar soledades y redimir pobrezas, alentar y sostener; aliviar, sanar y pastorear el rebaño”.
Al respecto, pidió al Señor, “que envíe abundantes vocaciones a nuestra Iglesia”. Y mencionó que al presbítero se le pide, “que sea un pastor enviado por el Señor a los hombres y, a la vez, una persona caracterizada por la entrega y el silencio”. Por eso, el sacerdote debe ser, insistió, “un hombre de oración”.
Mons. José Luis Retana cree que el sacerdocio, “requiere salir de una existencia burguesa; saber fomentar en las personas la capacidad de reconciliación y perdón“. Y debe, sobre todo, “ser capaz de asistir y apoyar a las personas en el dolor: tanto en el sufrimiento físico como en todas las decepciones, angustias y miedos de las que nadie se libra”. En esa misma línea concluía que de Cristo, “debemos aprender que lo que cuenta en nuestra vida no es la autorrealización y el éxito, sino la fidelidad”.
Para concluir, volvió a dirigirse al recién ordenado: “Querido Ciri, con la imposición de nuestras manos y el abrazo de la paz te acogeremos con gratitud en nuestro presbiterio diocesano de Salamanca; que tu bondad nos enseñe a querernos mejor. Que tu entrega de esta tarde avive la ilusión de todos nuestros hermanos sacerdotes, al renovar ahora contigo y junto a ti nuestra historia de fidelidad”.
Y tras las promesas del elegido, donde el obispo le preguntó si estaba dispuesto “a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal en el grado de presbítero como buen colaborador del orden episcopal”, entre otras tareas; Ciriaco García se postró en el suelo, y todos los presentes, de pie y vueltos hacia el altar cantaron el “Kyrie eleison” y posteriormente, las letanías. Con la imposición de manos y la oración consecratoria del obispo diocesano, Ciriaco García fue ordenado.
Otro de los ritos más especiales de la ordenación es la vestición. En primer lugar, el sacerdote, Juan Andrés Martín, le quitó la estola de diácono; y el presbítero, Tomás Gil, le colocó la sacerdotal. La casulla, de color rojo, por la solemnidad de Pentecostés, fue entregada por dos familiares de Ciriaco, para ser revestido por los sacerdotes, Antonio Carreras y Fernando García.
Y de nuevo ante el obispo, el recién ordenado recibió la unción con el sagrado crisma en las manos del ordenado, así como la entrega del de la patena y el cáliz. Finalmente, Ciriaco García recibió el abrazo del obispo, así como de los presbíteros del altar. Entre ellos, se encontraba Mons. Carlos López, que ha sido obispo de Salamanca hasta la llegada de Mons. José Luis Retana.
El acompañamiento musical de la celebración fue a cargo del coro de la Catedral, el de El Encinar y la escuela de dulzaina y percusión de Macotera.