05/11/2021
En el evangelio de este domingo, 7 de noviembre, XXXII del Tiempo ordinario, Jesús concluye su camino por Galilea hasta llegar a Jerusalén. Los discípulos caminan a su lado “sin entender su entrega a la cruz, anunciada en tres ocasiones”, como recuerdan desde la Comisión diocesana para la Aplicación de Asamblea sobre el Domingo que se encarga cada semana de elaborar la lectio del evangelio dominical.
El evangelista Marcos presenta la escena en la que Jesús hace una crítica a la falta de religiosidad de los escribas, a quienes “les encanta sentarse con amplio ropaje y que les hagan reverencia por las plazas, buscan asiento de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes” y “devoran los bienes de las viudas con el pretexto de largas oraciones”.
En ese contexto, el Señor fija su mirada en una pobre viuda que entrega al arca de las ofrendas todo lo que tiene para su sustento, no echa lo que le sobra sino su posibilidad de vivir. El Maestro llama la atención a sus discípulos, de esa mujer pueden aprender lo que no les van a enseñar los letrados: su entrega total a Dios y una generosidad sin límites. Jesús escoge su testimonio para explicar también la entrega de su vida en la cruz: una ofrenda total al Padre y a los hermanos.
Y nosotros, ¿somos como los escribas? ¿Nos gusta aparentar y aprovecharnos de los bienes de los demás? O ¿somos como la viuda? ¿Vivimos la llamada a practicar una auténtica generosidad?