13/06/2021
Estamos terminando el curso pastoral más difícil y complejo del que tenemos memoria. Tras la pesadilla del confinamiento de hace un año y el espejismo de ese verano, las parroquias y pastorales diseñamos planes minimalistas que combinaban lo presencial con lo online. Luego nos tocó bailar por meses al son de la amenaza de contagios, de las normativas y aforos cambiantes, de las sucesivas olas covid, hasta el resurgir humilde del último trimestre. La gramática de este curso ha sido la limitación y provisionalidad, el miedo y la inseguridad, el deseo y la impotencia, la incertidumbre ante el futuro…
Pero, sorprendentemente, en ese contexto de dificultad, las parábolas del Reino se han hecho carne en el trabajo de siembra de muchas parroquias y pastorales diocesanas, que hemos mantenido la tensión entre la aceptación de lo posible y la llamada misionera del Evangelio.
Hoy traigo aquí el testimonio de la Pastoral Universitaria de Salamanca. En septiembre nuestro obispo Carlos convocó a un nuevo equipo formado mayoritariamente por jóvenes, junto con dos sacerdotes y dos consagradas. Un pequeño equipo -como un grano de mostaza– que sin embargo ha derrochado entrega y creatividad: misas dominicales con sabor universitario, retiros, adoraciones y vigilias, jornadas de formación con profesores, itinerarios vigorosos para vivir el Adviento-Navidad y la Cuaresma-Pascua, encuentros celebrativos junto con la Pastoral Juvenil diocesana, grupos de reflexión y crecimiento personal, campañas solidarias en diciembre y mayo en los campus y colegios mayores, una presencia sostenida en las redes y medios de comunicación, y recientemente la experiencia-piloto de presencia entre los alumnos de Bachillerato…
¿Cuál ha sido el secreto de ese gran dinamismo, justo en este curso de la pandemia? Quizá tiene que ver con las “parábolas de la siembra” del Evangelio: verdaderamente hemos creído que Jesús el sembrador nos precede en el camino, y que por eso es más importante la entrega sostenida que los cálculos cambiantes, la calidad que la cantidad, la generosidad que la cuenta de resultados, la gratuidad que las expectativas… El Señor nos dijo: “Buscad el Reino de Dios y sembrad gratis lo que habéis recibido gratis”. Y lo demás, gracias a Dios, se dio por añadidura.