30/03/2021
Tras la suspensión el año pasado por la pandemia, la Catedral vuelve a albergar este Miércoles Santo la Misa Crismal, donde se reunirán todos los presbíteros de la Diócesis de Salamanca junto a su obispo, Carlos López Hernández, que preside la celebración. La eucaristía comenzará a las 12:00 horas y será transmitida por el canal oficial diocesano de YouTube, en este enlace.
El delegado de Liturgia de la Diócesis de Salamanca, Emilio Vicente de Paz, recuerda que esta celebración recibe ese nombre por la palabra Crisma, “que es ungido, y es Cristo quien nos asocia a él por medio de los sacramentos de la iniciación: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía”. Al respecto, insiste en que para el Bautismo y la Confirmación se necesitan varios óleos: “El de los catecúmenos como preparación, y el Santo Crisma, que es el que consagra al bautizado, y además, hay otro óleo que es el de los enfermos”, aclara este sacerdote.
Vicente de Paz precisa que estos tres óleos se preparan justo antes de la Vigilia Pascual, “que es la principal celebración del año”. El último día para celebrar la misa Crismal, como subraya el responsable de Liturgia, “es el Jueves Santo, pero se puede anticipar algunos días antes para facilitar la asistencia de sacerdotes y fieles”.
Desde hace unos 60 años, en la misa Crismal se ha introducido un rito que no existía antes que es la renovación de las promesas sacerdotales, “y en ella se muestra la unidad del presbiterio en torno al obispo y con todo el Pueblo de Dios”, sentencia. Por todas estas razones, argumenta Emilio Vicente de Paz, “no solo es una misa conveniente para que participen todos los sacerdotes de la diócesis, sino todos lo fieles, que también son consagrados por el Bautismo con el Santo Crisma “.
A ello se suma que otros tantos han sido confirmados con el Santo Crisma, y como explica el delegado de Liturgia, “los sacerdotes han sido ungidos en sus manos con el Crisma, y el obispo, en la cabeza”. Por otra parte, recuerda que las iglesias han sido ungidas con el Santo Crisma en sus paredes y altares, “y por lo tanto, es una celebración con mucha fuerza y mucha carga eclesiológica, porque la Iglesia se reúne en la Catedral, en el corazón de la diócesis, en esta misa Crismal”.
Lo característico de esta misa Crismal son las oraciones y las lecturas bíblicas, “que hacen una referencia muy explícita al sacerdocio, al común de los fieles y al ministerial de los presbíteros”. Asimismo, como indica Vicente de Paz, el prefacio “hace una alusión muy clara”.
En cuanto a los ritos, entre otros, está la procesión con los óleos, el pan, el vino, el agua y los aromas que se van a mezclar en el Crisma, “que son presentados al obispo, y después, serán bendecidos en este orden: el óleo de los enfermos al final de la plegaria eucarística; el de los catecúmenos y el Santo Crisma, bendecido y consagrado después del rito de la Comunión”.
Y después de la homilía del obispo, los sacerdotes renovarán la promesa sacerdotal, “diciendo aquello que afirmaron el día de su ordenación sacerdotal”, y a continuación, todo el pueblo ora por ellos y por el obispo. Las tres ánforas contienen los óleos que se van a repartir por todas las parroquias de la diócesis. “Una para la Unción de los enfermos, otra con el Santo Crisma, y una última para los catecúmenos para el Bautismo”, detalla Vicente de Paz.
El Santo Crisma se abre después de la Comunión, advierte el responsable de Liturgia, “para consagrar el Crisma, y se introduce los aromas y exhala el aliento como signo de la acción del Espíritu santo“.