04/05/2020
Cuántas vivencias, cuántas situaciones, cuanto sube, cuanto baja… qué bonito, qué complicado, qué difícil, qué deprisa, qué vertiginoso, a la vez largo y corto… en medio de no sé muy bien qué, sin tiempo a acostumbrarte, había que actuar. Mi marido en un erte, mi hija al ordenador por sus clases, mi otra hija haciendo traslados en ambulancia con positivos y trabajando en el hospital… con ”miedo” a los contagios (sobre todo a mi madre), compañeras de baja, residentes que se ponen malos y otros fallecen…
He tenido la oportunidad de dar la mano a residentes en sus últimos momentos, con la satisfacción de no dejarles solos y a la vez la mala sensación de no poder hacer nada, de hacer videollamadas con algunos de ellos y su familia… qué bonito, qué extraño qué difícil para todos…
La gente mayor, éstos que crecieron en una guerra, con miedo, dolor, con infancia triste y cruel, trabajando duro levantaron España, y ahora en soledad, tristes y asustados, se están muriendo. La muerte se los lleva, tan dóciles como siempre y en silencio se van. Ojalá seáis eternamente felices…
En momentos, he recibido malas contestaciones con la impotencia de no saber contestar, incertidumbre por meter la pata: “iiNo toques!!, ¿no tienes familia?” Sí, la tengo, pero en estos momentos alguien se muere y nos necesita…. qué fuerte…. Me he sentido útil, querida, necesitada, y a la vez frustrada, no poder respirar con tanta mascarilla, el calor, el agobio…
Cuántas cosas valoramos ahora, cuánta unión cuando desde los balcones nos unimos a una misma hora, qué bonitos los aplausos, qué bonita la rutina, un abrazo, un café, el vivir sin miedo… Que sensación cuando parece que todo se desborda y hay que darlo todo, y el aire no te llega…. Cuando todo está patas arriba…. Conseguiremos darle la vuelta, juntos, unidos.