04/05/2020
Quisiera escribiros unas palabras a trabajadores y residentes de la Casa de la Iglesia en los difíciles tiempos que toca vivir.
Soy Belén y seguro me conocéis porque llevamos años, compartiendo momentos por pasillos y dependencias de la Residencia Calatrava.
Para comenzar, puedo deciros que no hay turno en que no aprenda algo de mis compañeras o tenga una experiencia para recordar con algún interno. Eso es lo primero que saco positivo de las horas que paso en el trabajo.
Debo mencionar; que estamos pasando unas circunstancias terribles, en las que somos protagonistas de la triste realidad al presenciar en directo el devenir de esta maldita pandemia, como jamás hubiéramos imaginado.
Este panorama da miedo, y hace que necesitemos estar más unidos que nunca, con el principal fin de cuidar a nuestros mayores y, poco a poco, con mucho coraje, recuperar la normalidad. Sé que juntos podremos, porque individualmente no somos nadie.
El traje protector, la mascarilla, los guantes, las gafas (…) hace que estemos irreconocibles e incómodas pero somos las mismas … bueno, con más ganas, si cabe, de volver a nuestras rutinas y celebrar haber dejado atrás este desgraciado episodio.
Somos conscientes que las medidas de confinamiento, tanto lavarse las manos, desinfectarse cada dos por tres, ir separados, sin tocarse, compartir lo mínimo, (…) no nos gustan a nadie, pero es la manera de protegernos para poder seguir atendiendo a quien queremos cuidar. Eso sí, solo os puedo decir una cosa: es temporal y tanto dentro, como fuera volveremos a nuestra vida anterior.
Cada uno conocemos nuestro cometido y sabemos que ocupamos una importante posición en el organigrama del centro para que todo funcione, y ahora, más que nunca, cumplimos con nuestra tarea … y ese bien hacer, ese sacrificio, además de ser valorado por todo el equipo, permitirá que la situación vaya a mejor, … eso si: como no es sencillo; necesitamos tener paciencia porque sé que saldremos adelante. Como corresponde, nos tenemos de preocupar unos de los otros, para hacer más llevadera la dura jornada; y, con cariño, procurar hacer que los días sean bonitos para quienes nos rodean. Esa actitud positiva hace que las cosas sea más fáciles.
Orgullosa me siento de saber que desempeñamos una gran labor, fruto del esfuerzo colectivo.
No quiero despedirme sin recordar, con todo mi respeto, a las personas que nos han dejado recientemente; descansen en paz.
ACTUALIDAD DIOCESANA