07/04/2020
Mi nombre es Luz y llevo cuatro años trabajando en la Casa de la Iglesia como auxiliar de enfermería. Mi labor siempre ha sido cuidar y proteger a nuestros residentes, pero en estos tiempos difíciles te das cuenta, más que nunca, que esto no es un trabajo, es vocación y amor, sobre todo eso, mucho amor.
En estos tiempos duros, en los que las emociones que te llenarían el alma serían negativas; como el miedo ante la adversidad, el estrés ante este nuevo reto que supone enfrentarse a esta gran pandemia, la tristeza por la pérdida de algunos de nuestros conocidos y residentes,… me siento orgullosa de ver como todo el personal de la Casa estamos haciendo aun mejor nuestro trabajo, motivados desde sentimientos tan positivos como el cariño, la responsabilidad, la empatía, el apoyo mutuo,etc. Todo ello acompañado de sonrisas, gestos de apoyo y fuerza. Y todo por ellos, por nuestros residentes, personas que día a día forman parte de nuestras vidas y nosotros de las de ellos, porque hoy más que nunca necesitan de nuestras funciones realizadas con grandes dosis de cariño. Residentes y trabajadores, en definitiva, personas con las que año tras año se forma un vínculo de amor, respeto, confianza y que, para mí, construye los cimientos de esta Casa y que en estos tiempos extremos me siguen demostrado la grandeza de sus corazones.
En definitiva, puedes sentir miedo cada día, pero sabes que no estarás sola, estarás con grandes profesionales que te apoyarán y te harán sonreír cuidando a grandes personas que te siguen sonriendo y mostrando un profundo cariño. Y eso hace que el miedo se vaya y lo que venga sea fuerza para seguir.
Gracias a todos por hacer esto más llevadero.
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