ACTUALIDAD DIOCESANA

04/01/2020

Una cena de Nochebuena “en salida”

El Comedor de los Pobres abre sus puertas esa noche para que las personas sin recursos vivan en “familia” el Nacimiento de Jesús, donde acude cada año el obispo de la diócesis

Cada Nochebuena se reúnen en torno a una mesa personas que no comparten ningún vínculo familiar. No suele ser habitual en esa fecha, pero en el Comedor de los Pobres, todo es posible. El milagro de la Navidad ocurre todos los días del año. El proyecto de Misioneros Amigos del Silencio lo lleva haciendo desde hace 25 años.

La fundadora y actual presidenta, Queti Luciano, reconoce que la Navidad es un tiempo sensible para aquellos que se sienten solos o tienen la familia lejos. Cada día atienden en su sede, en el paseo de la Estación, a 40 personas en su proyecto de ‘Comida caliente’, en su mayoría personas sin hogar; a las que suman otras 200 del reparto de alimentos a familias o los 25 niños en ‘Misión educativa’. “Hablar de Navidad con ellos es momento de emoción, de saltarse las lágrimas, se emocionan, y yo con ellos, pero tratamos de compartir con ellos cositas de la vida, para que vean que estamos, que los acompañamos en este proceso”, apunta Luciano.

120 comensales

Cada Nochebuena, y gracias a la labor de los voluntarios, en el Comedor de los Pobres se organiza una cena especial, a la que suelen asistir una media de 120 personas. “Ponemos una mesa enorme, con el Niño Dios en el medio, y unas velas, para recordar que no hubo sitio para él”, subraya esta responsable. Pero como ella insiste, en ese lugar hay sitio para todos, y junto a ellos, el obispo de la Diócesis de Salamanca, Carlos López, que acude a esta cita desde que llegó de pastor a la Iglesia de Salamanca.

Para Queti Luciano es importante contar con el prelado, “nos hace sentir muy certificados en la obra que estamos haciendo, seguimos el espíritu”. En cuanto a los comensales de esa noche, tienen en común compartir la dureza de la vida, que los ha llevado por un camino no deseado. Por un lado, acuden las personas sin hogar, pero también acuden a esta velada los que viven bajo techo, pero en la soledad de una fría habitación, “o refugiados que acuden con sus hijos pequeños”, entre otros. Asimismo, como detalla la fundadora de Misioneros Amigos del Silencio, en ocasiones también acuden a cenar familias que desean vivir esa experiencia con sus hijos.

Compañía y acogida

El 24 de diciembre, los asistentes a la cena comienzan a llegar al local sobre las siete de la tarde, según relata Queti: “ Primero charlan entre ellos, aunque algunos ya se conocen entre sí, y después se van sentando, y justo delante de la capilla se sienta don Carlos”, detalla. Lo primero que tiene lugar es la lectura de la Palabra de Dios, y tras ella, el obispo comenta sobre ella. Después, se bendice la mesa y comienzan la cena, “donde siempre hay mucho murmullo, porque todos hablan”.

 

 

 

 

 

 

(Puedes leer el reportaje completo en la edición impresa de Comunidad, la revista oficial de la Diócesis de Salamanca). ¿Quieres suscribirte? lo puedes hacer en este enlace

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