28/12/2019
Cuantas veces en estos días escucharemos la consabida felicitación propia del momento: “feliz Navidad” pero también tristemente escucharemos: “Qué poco me gustan estas fiestas”, “que pasen pronto estos días”, “desde que se fueron los seres queridos ya no es lo mismo”. Como se suele decir: “cada uno habla de la feria según le va en ella”, ahora bien, esta feria no es tal, aunque muchos se empeñen en convertirla en eso, en una feria de luz y sonido, de consumismo, de derroche,… Bécquer decía: “podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía” y continua con una serie de versos que justifican la eternidad de la poesía, “mientras haya en el mundo primavera,… mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos,… ¡habrá poesía! Me temo que al contrario que la poesía sí no hay creyentes no habrá Navidad. Esa es nuestra responsabilidad, que perdure la Navidad, que continúe siendo eterna, que se haga realidad cada día. No podemos permitir que el espíritu de la Navidad se ponga en duda. Nosotros hombres y mujeres creyentes ¿en qué, en quién y para qué creemos? Raquítica es nuestra Fe, a la par que miserable nuestra actitud si no somos capaces de descubrir y hacer presente al Dios con nosotros. El es la auténtica luz que hay que poner en valor, con la que hemos de iluminar el mundo y la Iglesia. Su llanto, su sonrisa y su palabra lo que resuene en nuestro interior por encima de otros cantos de sirena. El espíritu de la Navidad no ha muerto, aunque muchos se empeñen en darle sepultura, incluso cristiana sepultura. Con discursos alternativos muy dulces para muchas conciencias, pero al mismo tiempo muy lejanos de aquel humilde pesebre. De aquellos sencillos pastores y de las duras realidades y graves problemas de la sociedad y la Iglesia de hoy. Discursos que agradan mucho y comprometen poco, que despiertan entusiasmo fugaz y adormecen la perseverancia diaria. Quizá tenemos que volver al principio de este escrito y al principio de la era cristiana. Ese deseo de que pasen pronto las fiestas ¿no tendrá que ver con lo que nosotros nos implicamos o pasamos? Ese “que poco me gustan estas fiestas” ¿no tendrá que ver con mi fe y mi compromiso con ese niño que nace y con mi manera de vivir su venida a mi vida? “Desde que se fueron los seres queridos ya no es lo mismo” ¿qué pasa?¿es que no tengo a nadie a quien querer ni nadie que me quiera?¿es que los que se fueron no viven en mi corazón y en mi recuerdo? Quizá el espíritu de la Navi-dad está vivo en ese dad. Nacemos cuando nos damos a los demás. Hay mucho y muy bueno en nosotros y Él nos llama a compartirlo. Mientras alguien comparta, mientras tu yo seamos capaces de dar y de darnos, habrá NAVIDAD. Felices, sinceras, sencillas y sentidas Navidades.