26/06/2019
En la solemnidad del Corpus Christi, que celebramos el pasado 23 de junio, fueron instituidos en la Catedral Nueva de Salamanca un total de 45 personas en el ministerio extraordinario de la Comunión, que como recordó durante la eucaristía el obispo de la Diócesis de Salamanca, Carlos López, “para que sean colaboradores de los presbíteros, llevando la Comunión a los enfermos o colaborando durante la celebración de la eucaristía en la distribución de la sagrada comunión”.
El prelado agradeció su colaboración y disponibilidad por el esfuerzo que han asumido al realizar el proceso de formación, y también, “la generosidad con la que están dispuestos a realizar de una forma oficial y en nombre de la Iglesia este servicio tan importante, porque sin Comunión, Cristo no vive en nosotros”. En este sentido aseguró que, sin la vida de Cristo en nosotros, “no somos nada, sin él, no podemos nada, por eso es tan importante y esencial este servicio que hoy les encomendamos”.
El obispo de la diócesis insistió en que a estos hermanos se les iba a confiar el ministerio de poder comulgar la eucaristía por sí mismos, distribuirla a los demás, y llevarla a los enfermos. “Sois llamados a tal alto servicio en la Iglesia y debéis procurar aventajar a los demás en el testimonio de fe y de vida cristiana, y vivir con más fervor este ministerio, pues nos hacemos un solo cuerpo los que participamos de un mismo pan y un mismo cáliz”. Porque como resaltó, al distribuir a los demás la eucaristía, “ejercitaremos la caridad alterna, según el precepto del señor que dijo a los discípulos”.
Y antes de hacer el encargo mediante la oración, Carlos López les preguntó sobre su disponibilidad para recibir este ministerio: “¿Queréis recibir el encargo de distribuir a vuestros hermanos el cuerpo del Señor al servicio y edificación de la Iglesia?” o “¿Estáis dispuesto a procurar diligentemente todo cuidado y reverencia en la distribución de la eucaristía?”.
Por su parte, el delegado de Liturgia, Emilio Vicente, recuerda que el ministro es un servidor dentro de la Iglesia, “como hay otros que son lectores, catequistas”,… y que en este caso es el que sirve la Eucaristía, “la comunión eucarística a los fieles, sobre todo a los enfermos, y extraordinario es porque el ordinario es el obispo, sacerdote y el diácono, pero en casos especiales puede ser alguien que no sea alguno de los anteriores para dar la comunión: porque hay muchos fieles para dársela o hay muchos enfermos a los que llevar la comunión a sus casas y no puede hacerlo el sacerdote”.
La bendición del obispo es un signo de encargo por parte de la Iglesia para hacer esta labor con una autorización, “para que también los fieles tengan la garantía de que no lo hacen porque les apetece o por capricho, sino porque tienen una formación seria y el encargo llega por parte de la Iglesia”. Vicente de Paz aclara que no es una ordenación, “es un encargo temporal y en casos de necesidad”. Y relata que, desde el origen de la Iglesia, “algunos fieles no podían acudir a la celebración dominical de la eucaristía, y el diácono llevaba las formas consagradas a su casa y le daba la comunión sin celebrar la eucaristía en su hogar”, y poco a poco esto se ha ido desarrollando, “y ya no sólo es el diácono, o los acólitos, también los ministros extraordinarios”. De los 45 que se han instituido, 37 son de la capital, cuatro del alfoz y otros tantos de la provincia.
Su vinculación a la parroquia de San Pablo ya sobrepasa cuatro décadas de su vida, y recuerda con especial cariño a la persona que le animó a convertirse en ministro extraordinario de la comunión. “Fue Tomás Martín, que me dijo que me iría bien”, relata Rosa Sánchez. Su labor de ministro la realiza las tardes del sábado y domingo, “tras hacer un curso de liturgia en 2015”. En su parroquia también colabora como lectora y desde hace unos meses también es vocal de Cultos de la Congregación de Jesús Rescatado. “Me siento muy bien con esta tarea de distribuir la comunión, y animaría a la gente allá donde haga falta”, concreta. Respecto a su tarea, ella es consciente de que como ministro extraordinario de la comunión también requiere de una formación continua, “y también me gustaría entrar a formar parte de la pastoral de la salud”.
A Jenaro se le iluminan los ojos cuando relata que en unos días recuperará la adoración al Santísimo en la iglesia de La Mata de al Armuña. Tras un intento de robo en el templo, decidieron proteger la custodia y llevan unos meses sin su presencia. “Alguna veterana del pueblo lo primero que dijo fue que les habían quitado al Santísimo”, detalla. Será una de las primeras tareas ya instituido como ministro extraordinario de la Comunión, “los miércoles, de 19:00 a 20:00 horas”. La labor de monaguillo la lleva realizando desde hace unos años, primero, en la iglesia del Arrabal, colaborando con el sacerdote Bernardo, ya fallecido, y de forma más ininterrumpida, con las Franciscas Descalzas, “que con motivo de la institución como ministro extraordinario me regalaron un alba y un cíngulo, fue muy emocionante”. Otra de las tareas que tendrá en el medio rural será visitar a los enfermos en las residencias de mayores.