22/05/2019
Juan Miguel empezó a consumir a diario cannabis con 12 años, y cocaína desde los 18. “Empiezas a probarlo de fiesta y lo vas cogiendo por costumbre hasta que lo haces cada día, y cualquier excusa era buena para ello, porque lo que quieres es evadirte”, relata este joven de 27 años desde Proyecto Hombre.
En su caso, primero consumía junto a los amigos y después, solo. “Ves que tienes más labia con las chicas, aguantas más bebiendo…pero con ello también llegan las paranoias, y te pasas el día pensando en consumir, y todo es poco, pasé de esnifarla a fumarla”, detalla. En su caso, también perdió el trabajo y comenzó a dedicarse a la venta de droga, “y el círculo se complicó, porque empecé a deber dinero, no tenía cómo pagar la deuda, y empecé con la delincuencia”, lamenta. Por todo ello, perdió el contacto con su familia, “al final te metes en una mentira que te crees solo tú”.
Este joven no veía la salida, pero llegó un momento en que sabía que no podía seguir así, porque entre otras cosas, como él mismo admite, “terminaría en la cárcel o en el cementerio”. A José Miguel le hablaron de Proyecto Hombre, “aunque al principio rechazaba la idea, porque no sabía lo que me iba a encontrar allí, aunque casi el peor era yo”. Y después de 21 meses de rehabilitación admite que le ha costado salir de ese mundo de dinero fácil, “pero si vuelvo a entrar en ese círculo volveré a estar solo, hundido y me perseguirá la justicia”.
Reportaje sobre la labor de proyecto hombre en este enlace:
* (Puedes leer la entrevista completa en la edición impresa de #Comunidad (708), la revista oficial de la Diócesis de Salamanca).