29/04/2019
Marcos García Diego se convertirá este miércoles, 1 de mayo, en el quinto diácono permanente de la Diócesis de Salamanca tras su ordenación por parte del obispo, Carlos López, en la eucaristía que se celebrará en la parroquia Santa María de Nazaret en el barrio de Buenos Aires a partir de las 12:30 horas. Junto a García Diego realizan este ministerio José Luis López Redondo y Juan Bosco Sardón García, ordenados el 7 de enero de 1996; David González Porras y Francisco Sotillo Centeno, el 8 de diciembre de 2004, es decir, la última ordenación como diácono permanente se produjo hace más de 14 años.
García Diego, de 56 años, está casado, tiene dos hijos y un nieto. Durante más de 30 años estuvo vinculado a las comunidades Adsis, desde donde comenzó su servicio pastoral en el centro penitenciario de Topas, primero como voluntario, y desde 2006 como uno de los responsables de la asistencia religiosa. Hasta llegar al día de su ordenación como diácono permanente ha tenido que pasar por un proceso de formación, tanto espiritual como doctrinal, en la Facultad de Teología de San Esteban. El 3 de febrero de 2018 fue admitido como candidato a las sagradas órdenes para diaconado permanente durante una eucaristía que se celebró en la parroquia Sagrada Familia de El Zurguén.
Este nuevo paso lo realiza porque en su caso se inclina por el servicio a los pobres, a los enfermos, “estar cerca de las realidades más crudas que puedan vivir las personas, que Jesús esté lavándoles los pies, cerca, escuchando…”, subraya Marcos García Diego.
¿Qué es diácono permanente?
El orden del diaconado está destinado a ayudar y a servir a los obispos y a los presbíteros. El grado de diaconado es un grado de servicio que viene establecido desde el tiempo de los apóstoles. Un diácono puede proclamar el Evangelio, predicar y asistir en el altar; administrar el sacramento del Bautismo, presidir la celebración del sacramento del matrimonio y bendecirlo, conferir los sacramentales, llevar el Viático a los enfermos que estén en peligro de muerte, catequizar, pero no puede, a diferencia del sacerdote, celebrar la eucaristía ni administrar la unción de los enfermos.
Como en el caso de los sacerdotes, sólo el varón bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación para acceder al diaconado. Puede ser conferido a hombres casados que se dedican a ayudar en la Iglesia a través de la vida litúrgica, pastoral o en las obras sociales y caritativas. En este caso reciben el orden del diaconado permanente.