14/03/2019
La fundadora de Misioneros Amigos del Silencio, Queti Luciano, se mostró sensiblemente emocionada al dirigirse al público que acudió al acto de celebración de los primeros 25 años de historia de esta asociación pública de fieles, que tuvo lugar el miércoles 13 de marzo en el Casino de Salamanca. Lo hizo al recordar a su marido, Manolo Ledesma, quien la acompañó en todo este proceso hasta su fallecimiento, en 2015.
Antes de tomar la palabra, lo hizo el padre Avelino, que ha vivido muy de cerca el nacimiento de esta misión. “Esto era impensable hace 25 años, y tuvieron que vivir diferentes etapas hasta lllegar al momento actual, en el que dan de comer a cientos de personas entre la comida caliente de transeuntes y los lotes que reparten a las familias”, apuntó este religioso. Y aclaró en su discurso que el comedor “ha vivido de la limosna que daban, no había seguridad”. Asimismo, destacó que en la actualidad, “tiene una estructura que garantiza el futuro”, tras haber tenido varias sedes, como en la calle Las Claras, en el paseo Fluvial, en el barrio de Garrido, y su ubicación actual, en el paseo de la Estación. El padre Avelino resaltó el proyecto de Misioneros Amigos del Silencio dirigido a los niños, bajo el nombre de ‘Misión Educativa’, para reforzar su educación. Y preguntó a los presentes: “¿Dónde está el secreto?, en la experiencia religiosa que tuvo Queti en la República Dominicana, dirigida por Ángel Tejerina.
Por su parte, la fundadora de Misioneros Amigos del Silencio reconocía que sin su esposo, “no hubiera podido hacer esto”. Y mencionó a algunos sacerdotes que habían pasado en todo este camino, como Marcelino Legido, “que nos dijo que la fraternidad está por delante del Evangelio”. Queti Luciano repasó todas las iniciativas que han llevado a cabo en estos 25 años, como los denominados ‘Hogares del Silencio’, para albergar a personas mayores que estaban solas y desamparadas, o recordó cuando bajaban hasta la Gran Vía para repartir bocadillos entre personas sin recursos, “esa fue la primera etapa, en la que alquilamos varios pisos”.
Otra etapa fue en la que se trasladaron a una sede cedida por las Jesuitas, “y de allí nos fuimos a Garrido, pero eran 80 metros cuadrados y se quedaron pequeños”. También narró su salto a Bolivia y el importante papel de los voluntarios, “porque sin ellos no podríamos hacer nada”. Y en la actualidad, en el paseo de la Estación, ya de su propiedad.
Durante el acto proyectaron un vídeo donde repasaban toda su historia e incluía el testimonio de voluntarios y de usuarios. El obispo de la Diócesis de Salamanca, don Carlos López, cerró el acto, y aseguró que su papel en Misioneros Amigos del Silencio “ha sido mero acompañamiento”, desde su llegada a Salamanca en 2003. Además, quiso realizar una mención de gratitud al anterior obispo, don Braulio Rodríguez, “que recogió este carisma, y el mérito es de él, que vio ese tesoro, el carisma y la profundidad del proyecto”. Don Carlos López puntualizaba que habían confiado en él, “me han expuesto sus pasos y he procurado responder, les he escuchado, soy buen amigo del silencio”.