En 1963 las Salesianas de Salamanca contrataron al salmantino y arquitecto Fernando Población del Castillo para realizar el edificio de su capilla. Como en otras ocasiones, Fernando Población confió la decoración escultórica de su capilla a José Luis Núñez Solé, pues es el que se adapta mejor a su estilo vanguardista. Aparte de la colaboración de Núñez Solé con este arquitecto, no debemos olvidar la relación del escultor con la orden salesiana, pues fue antiguo alumno del Colegio de María Auxiliadora, posiblemente este hecho supuso una mayor motivación creadora.
El conjunto escultórico consistió en hacer un alto relieve en madera de María Auxiliadora para presidir el centro de la cabecera y el altar. A los lados se situaron dos medio relieves de madera, dedicados a los fundadores de la orden salesiana: San Juan Bosco y Santa María Dominga Mazzarello. Y, rodeando estas tres imágenes de madera, de menor tamaño, con forma rectangular y en barro cocido, hizo dieciséis placas en los que representó los quince misterios del Rosario. Es lógico que en una capilla dedicada a la Virgen María, se encargara el resto de la decoración a los quince misterios en los que se ordena la oración del Rosario. Se trata de un compendio del Evangelio. A través de estos misterios aprendemos con María a contemplar la belleza del rostro de Cristo, a experimentar su amor y a seguirle por el camino de la salvación.
Y entre los primeros misterios, los gozosos, contemplamos la fiesta que celebramos el dos de febrero en un relieve dedicado a la Presentación de Jesús en el templo. Percibimos en este relieve algunas de las peculiaridades de Núñez Solé, sobre todo la síntesis de las formas. El escenario en el que se desarrolla, el templo de Jerusalén, ha quedado reducido al máximo. Con unas simples líneas de arquitectura básica, compuesta, a la izquierda, por una pared en perspectiva y una ventana alargada con arco de medio punto, traza la nave del templo, y, a la derecha, un ábside semicircular. Las figuras humanas adquieren todo el protagonismo, ocupando gran parte de la superficie. Cada una se eleva sobre un pedestal como si fueran dos estatuas monumentales dedicadas a personas importantes. ¿Quiénes son? El Evangelio nos aporta su luz para poder identificarlos (cf. Lc. 2, 21ss.). Se trata de la Virgen María, que sostiene en brazos a Jesús, para cumplir con el deber sagrado de presentar a los cuarenta días a su primogénito en el Templo: “Todo varón primogénito será consagrado al Señor” (Lc. 2, 23b). Allí se encuentra con el anciano Simeón, que aguardaba toda la vida para ver la luz del Mesías, porque el Espíritu habitaba en su corazón: “Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor” (Lc. 2, 26). Núñez Solé sigue con la tradición de vestir a Simeón de pontifical, como si fuera uno de los sacerdotes del templo, más aún, la presentación de Jesús es entendida como una celebración anticipada de la Eucaristía. A modo de contraste, la figura de María es dinámica, dobla su rodilla y avanza desde la izquierda, subiendo hacia el ábside, donde se encuentra un Simeón estático, recogido y cobijado en el interior del ábside el templo. En un movimiento en diagonal ascendente, María ofrece su hijo Jesús a Dios entregándolo a Simeón, que actúa como un sacerdote. Por eso, abandona los brazos de la madre para ser recibido y sostenido en los brazos de Simeón, el cual, ante la sorpresa de la llegada del Mesías, deja su espera orante, abriendo sus manos para elevar al Niño y bendecir a Dios (cf. Lc. 2, 28), a través del himno del Nunc Dimittis (cf. Lc. 2, 29-32): “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”. Jesús es la luz que ha sido prendida en el pueblo escogido para ser pasada a todos los pueblos de la tierra. Jesús es la luz que prende a su Iglesia en cada Eucaristía para salir y ser enviada al mundo.
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PRESENTACIÓN DEL SEÑOR . José Luis Núñez Solé. 1963. Madera y terracota. Capilla del Colegio San Juan Bosco. Salesianas de Salamanca
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