25/01/2019
“Con Jesús a Belén, ¡Qué buena noticia!”, es el lema de la Jornada de la Infancia Misionera que vamos a celebrar el 27 de enero, la gran fiesta misionera en la que los niños son los protagonistas. La jornada tiene como objetivo iniciar a los más pequeños en la dimensión misionera de la fe, en la práctica de la caridad y la solidaridad.
Los niños de Infancia Misionera, con sus oraciones y pequeños ahorros, ayudan a sus hermanos más necesitados en los territorios de misión. Se cumple así el lema de esta Obra Pontificia: “Los niños ayudan a los niños”.
Los que vamos siendo ya mayorcitos, aún recordamos las campañas y jornadas de la Santa Infancia, con las cabalgatas de niños vestidos de chinitos y negritos, y con las mesas y las huchas petitorias con figura de cabezas de chinos y de negros. Y con el reconocido entusiasmo de los muchachos, acompañados de los educadores adultos, maestros o catequistas. Y con la organización de grupos -coros de 12 muchachos, los llamaban-, que rezaban y entregaban pequeños donativos, con los que incluso daban nombre de bautismo a buen número de niños de los territorios de misión, fundamentalmente de Asia y África.
Actualmente la educación de los niños, en las catequesis, en la escuela, en la familia, recorre otros caminos de solidaridad para ayudar a otros niños a encontrar los caminos de felicidad y de realización humana y cristiana en todos los campos de las misiones.
Es conveniente conocer que el movimiento de la Santa Infancia, hoy llamada también Infancia Misionera, nació en Francia en 1843, 80 años antes de la Declaración de los Derechos del Niño de Ginebra, y 100 años antes del nacimiento de la UNICEF.
El obispo monseñor Forbin-Janson recurrió a los niños -en lugar de acudir a grandes benefactores- para ayudar a multitud de niños y niñas abandonados y necesitados de China. En España, la Infancia Misionera se inicia con la intervención de la Reina Isabel II, que registró a su propia hija, la princesa de Asturias, como primer miembro de la Santa Infancia en nuestro país.
En 1922, el Papa Pío XI la hizo suya y comenzó a formar parte de las cuatro Obras Misionales Pontificias. En el pasado año 2018 se cumplieron los 175 años de la existencia de esta meritoria obra de solidaridad de los niños de todo el mundo para con el resto de los niños necesitados.
El Consejo Nacional de la Infancia Misionera ha iniciado un proceso formativo de los niños en España que abarca cuatro años, y que trata de acercar a los niños a Jesús, y animarlos a hacerse como Él, misioneros. El nombre inicial de la Infancia Misionera era el de la Santa Infancia de Jesús, y su jornada era el día de la Epifanía o de los Reyes. Ayudando a otros niños, los niños llevan sus propios regalos, como los Reyes, al Niño Jesús. Actualmente en España la Jornada se celebra el cuarto domingo de enero, ya que durante las vacaciones de Navidad es difícil tener acceso a los niños más que para acoger los regalos de Papá Noel o de los Santos Reyes.
El slogan del proyecto cuatrienal que se propone a los educadores –profesores, catequistas, padres, sacerdotes- reza así: “Con Jesús Niño a la Misión. Infancia Misionera”. Y cada año se muestra un aspecto de ese encuentro con Jesús Misionero.
Para el presente año trabajamos el siguiente aspecto: “Con Jesús a Belén. ¡Qué buena noticia!”. El segundo año: “Con Jesús a Egipto. Siempre en marcha”. El tercero: “Con Jesús a Nazaret. Somos familia”. Y finalmente: “Con Jesús a Jerusalén. Tenemos una misión”. Recorremos así todo el camino de la Infancia de Jesús desde su nacimiento en Belén hasta la subida a Jerusalén a los doce años, perdiéndose en el templo y haciéndose maestro frente a los sabios y orgullosos doctores de la Ley.
Nos dirigimos a niños de entre los 6 y los 12 años en sus propios colegios, parroquias y familias. Y la colaboración que se les pide es sobre todo de oración y conocimiento de la realidad y necesidades de los niños en los países más necesitados.
Pero también los niños colaboran con sus pequeñas aportaciones económicas, muchas veces procedentes de sus propios ahorros. Aunque también recurran a la colaboración de sus padres o educadores, y hasta de los transeúntes de las calles o de los que se acercan a los mercadillos de solidaridad o las rifas de ayuda.
Y aunque parezcan pequeñas ayudas, se convierten frecuentemente en grandes milagros en favor de los niños necesitados. La aportación de las colectas en España durante 2017 fue de 2.984.019,23€. Dinero que fue destinado a proyectos fundamentalmente de África, pero también de Asia y América.
En África se atendieron 417 proyectos. Y en Asia 86. Así, desde nuestro país se ha ayudado a 770.000 niños en 178 territorios de misión, correspondientes a 39 países, los más notables Costa de Marfil, Burkina Faso, Madagascar e India.
150 Proyectos estaban dedicados a la educación, 136 a la protección de la vida de los niños, 87 a gastos ordinarios de las diócesis de misión para la atención a los niños, 78 a educación cristiana y 65 eran proyectos de salud infantil.
Como podemos ver, las ayudas de los pequeños se hacen verdaderamente grandes, y no se puede considerar una simple acción de los chiquitines, sino una gran obra de solidaridad de los niños de todo el mundo para con los niños más necesitados de cualquier continente o país. Viva por muchos años la Santa Infancia.